Un poco de buena música para el
oído: PLAYLIST BUELNA-LLANES-COMILLAS
Como la preparación del Ironman
de Vitoria me había hecho acumular horas y kilómetros sin conocimiento, había
que aprovechar esa enorme base, para seguir compitiendo lo que resta de 2016, y
la primera fecha del calendario estaba marcada en el medio Ironman de Buelna (20 de agosto).
Mis plegarias fueron escuchadas,
y por fin pude disputar un triatlón con todo el sector de bici cuesta abajo,
jeje…
Los 1.900 m de natación se
realizaron en el Pantano del Ebro, concretamente en La Población. Y allá que
subimos los simpáticos muchachos del Triatlón Costa Quebrada, sin miedo ni
vergüenza, ¡ya lo creo!
En esta ocasión participaron,
aparte de un servidor, Juan Espino, Lolo Ramos, Pedro Vélez, Guti, Nanduco
Cabanzón y Carlos Sáiz.
Salida desde la orilla algo
rocosa del pantano, a intentar coger buenos pies e ir relativamente cómodo…
aunque me fue imposible, al fuerte viento nordeste que nos fastidió en el
primer giro, se unió que mis “compañeros de viaje” estaban haciendo una
natación bastante caótica. En cuanto intentaba progresar un poco y avanzar, me
veía encerrado; si optaba por abrirme a un costado, perdía al grupo. Un
verdadero fiasco, así que la natación la hago en unos 32 minutos, en el puesto 72
de 262 participantes. Curiosamente salgo al tiempo que Pablo Gutiérrez y Miguel
Marsella, que tienen un nivel aproximadamente como el mío, por lo que se ve que
ellos también tuvieron sus más y sus menos para sacar adelante este sector
decentemente.
Rápida transición, cuesta fuerte a
pie hasta la carretera que bordea el pantano, y a pedalear. En este tramo,
dirección este, el viento pega de cara y de forma molesta, aunque al
encontrarme fresco, no me ralentiza demasiado, o eso me parece. Pero en unos
minutos llegamos al cruce con la carretera que baja del Puerto del Escudo,
dirección Cabañas de Virtus, y vamos volando, literalmente: con carretera llana
y viento en la espalda, se rueda a 45 km/h sin dificultad, aunque sé que no
durará mucho, porque en cuanto giremos de nuevo, el viento pegará de costado y
será otro cantar.
Voy con gente desconocida, a
excepción de Miguel Marsella, y la media ronda los 38 km/h, si bien poco a poco
va bajando, a medida que pasamos Arija y atravesamos los tramos más variados de
pendiente hasta Bolmir y Requejo. A este último pueblo llego con una media de
36 km/h, y pensando en que la bajada hasta Los Corrales puede ser bastante
descansada.
Bueno, pues para ser exactos, y
teniendo en cuenta que el recorrido era “completamente cuesta abajo”, creo
recordar haber dejado de dar pedales nada más que en la rampa fuerte de Cañeda,
y en las curvas más cerradas de las Hoces de Bárcena. Dicho sea de paso, que de
bici descansada, ni hablar, aparte que el viento nos atizó de lo lindo bajando
las Hoces, e incluso yo tuve algún leve sustillo al trazar las curvas a
derechas.
Tampoco se puede ser hipócrita,
porque el perfil ciclista me salió con menos de 600 m de desnivel positivo, sin
grandes repechos. De ahí las altas medias que sacamos todos en la bici. Pero en
cualquier caso, o por lo menos en lo que a mí respecta, las piernas las
castigué intentando no dormirme demasiado y seguir tensando hasta la segunda
transición.
Llego hasta Somahoz a unos 38
km/h de media, y atravesamos San Felices, dirección Hijas, zona en la que me
alcanza mi amigo Luis López. De ahí hasta la transición, bajo un poco el ritmo,
lo que sumado a que pasamos por el polígono de Barros y callejeamos por Los
Corrales hasta el pabellón, hace que termine la bici a poco más de 37 km/h de
media. Como dato curioso, los “animalicos” que ocuparon los primeros puestos de
la clasificación final, hicieron medias entorno a los 43-44 km/h, ahí es nada.
Bueno, satisfecho, comiendo y
bebiendo con regularidad, hago el 92º parcial de los 90 km de bici, y me pongo
a correr los 21 km finales muy suelto de piernas. Además el día nublado nos
libró de mucho calor, así que ideal.
4 vueltas de unos 5 km, con una
larguísima recta de grava, que permitía encontrarte de frente con el resto de
sudorosos, animarlos, ver las caras de poema (más o menos como la tuya),
controlar distancias…
La primera vuelta la hago con
comodidad, a ritmo de 4:25 min el km, sin ir forzando demasiado, pero… siempre
hay un “pero”. Aparecen los fantasmas de Vitoria, el estómago se revuelve y me
empiezan los gases y las molestias.
Tengo que decir que parece que he
conseguido atajar este problema, y que yo achaco a los productos de INFISPORT.
No dudo de que son muy buenos, pero mi estómago no los tolera bien, no
encuentro otra explicación a pasar esos malos momentos corriendo el Ironman de
julio y este medio de Buelna.
El único nexo en común de ambos ha sido la
alimentación e hidratación con productos de esa marca, y solamente en esas dos
pruebas he tenido esos inconvenientes estomacales, nunca en los 8 o 9 meses de
entrenamiento, desde que empecé en noviembre de 2015 a preparar esta temporada.
Resultado: bajada de ritmo e
intentar que las molestias no me hagan tener que parar. Entre los
avituallamientos, alguna ampollita en los pies (ni con calcetines…), frenarme
un poco, saludar a los compañeros del equipo que ya están corriendo, y echar
una partida de dominó en el bar, termino la media maratón a un ritmo final de 5
min/km, y entro en meta en el puesto 95º, en 4 h 47 min.
El sub-5, dentro de la
satisfacción, reconozco que este día estaba más asequible que en otras
ocasiones, por la rápida bici. Aunque la media maratón se me chafó, pero bueno,
aprendí la lección de desechar los productos INFISPORT, de una vez por todas.
Juanillo llegó un poco después de
mí, contentísimo también por bajar de las 5 horas, y el resto, pues también,
para qué mentir, para algunos su estreno en esta distancia (Pedro), y para
otros, otra prueba más terminada al bolsillo.
III Triathlon Festival Llanes
(medio Ironman)
Un mes después de Buelna,
volvimos a la carga, para terminar la temporada con un “grande”. El elegido fue
el half de Llanes, con una dura bici, pero que era lo que mejor me venía, por
cercanía y porque nos íbamos a juntar un montón de amigos del equipo.
El mes que tuve para prepararlo,
es ideal, porque la semana siguiente a Buelna, la tomé relativamente suave,
luego otras 2 fuertes de carga, y la anterior otra vez de descarga.
Llegamos el día antes, puesto que
habíamos cogido una casa para todos en Porrúa, a 5 minutos en coche de Llanes.
Aitor, Oli, Nanduco, Lolo, Jandro, Manel, Tato, Pacheco, Juanillo, Sarobe y el
Pistolero (que aún no está fichado para el T. Costa Quebrada, pero caerá en
2017), entre bromas y risas, cenando esa noche con nuestras familias, hicieron
que empezase un fin de semana especial, de verdad que sí. Sin olvidarme de
Yaiza, la chica de nuestro equipo, que vino a animar a su padre Rolando (hacía
el olímpico), animarnos también a nosotros, y sacar unas fotos de concurso.
El despertador suena a las 6 del
domingo 18 de septiembre, yo engullo galletas con yogur líquido a fuego, otros
desayunan pasta, otros arroz con leche… cada ritual es sagrado, jeje.
Llegamos a las inmediaciones de
la playa de Puerto Chico, que el sábado estaba algo malhumorada, pero que esa
mañana pareció darnos algo más de tregua. Últimos retoques a la bici (que
habíamos dejado durmiendo en boxes), neopreno enfundado y… ¡salida!. Los
“olímpicos” salían un poco después de nosotros.
Natación cómoda a 2 vueltas, el
mar un poco de vaivén, pero sin ser molesto, y distancia mal medida por la
organización, de 1.900 m teóricos, realmente hacemos 1.300-1.400, dependiendo
de las fuentes consultadas, jeje. Por cierto, yo me olvidé el pulsómetro en la
mochila, y no lo eché en falta en ningún momento, la verdad.
Salgo del agua sobre el puesto
18, de 110 que tomamos la salida en esta distancia half. Transición larga por
escaleras y atravesando todas las bicis de los participantes en distancia
olímpica, y Oli llega a boxes justo cuando yo me coloco el casco y descuelgo la
bici.
El recorrido era duro, algo que
no me viene especialmente bien, pero que supe en todo momento que me lo iba a
encontrar. La incógnita eran las sensaciones. Comienzo bien, a los 2 o 3 km
primera subida dura de 1 km, más o menos, y rápida bajada hacia la nacional,
dirección Puertas de Vidiago.
Un poco más adelante, el “coco”
de la prueba, en el pueblo de Buelna, un rampón de unos 200 m al 15%, o al 18%,
o al 20%... no sé. Sólo sé que yo iba con el 39x28 y de pie sobre la cabra
retorciéndome. Menos mal que luego venía un leve descanso, y el resto de la
subida eran unos 2 km sobre el 8% mantenido, que hago también con todo metido,
y sin trabarme.
Rápida y peligrosa bajada por el
lado contrario, y luego un entretenido y fugaz recorrido sinuoso, pero con
buena carretera, hasta volver a llegar a la nacional, y de regreso otra vez a
Buelna. Es decir, un bucle de 18 km, que teníamos que hacer 4 veces, para luego
regresar a Llanes por el mismo camino del inicio.
Claro, yo pensaba ir controlando
las tomas de comida por tiempo, pero al no llevar reloj… problemas los justos,
pues lo fui haciendo a cada vuelta, tomando media barrita al coronar Buelna y
bebiendo cada poco.
Recuerdo que me adelantan como
aviones los primeros “olímpicos”, que sólo hacían una de las vueltas al bucle,
y alguno de los half, evidentemente. Pero noto que voy manteniendo un buen
ritmo y de manera constante. Y lo más importante, unas sensaciones muy buenas, subiendo
con fuerza pero sin agitarme, con confianza bajando, y llaneando acoplado a
ritmo vivo sin mayores problemas.
Segunda vuelta, igual, con la
ventaja de conocerme mejor las curvas peligrosas, y al empezar la tercera,
encarando el rampón inicial de Buelna, se me sale la cadena al meter el plato
pequeño. Horror… me quedo parado a mitad de la dura cuesta, me tengo que bajar
de la bici, y con la pendiente, sé que voy a ser incapaz de subirme y seguir
allí mismo. Así que decido, tranquilamente, meter cadena de nuevo, subir
andando hasta el tramo más suave, montarme y afrontar el resto de subida como
si nada.
Pero mi bici me reservaba otra
sorpresa, no sé si porque el cambio no estaba bien tenso o qué, pero el 28 no
engrana… y ahí me veo subiendo con el 25, dando chepazos y cagándome en todo lo
cagable, puesto que me quedaba otra vuelta por ese mismo tramo castigador, más
un km también del 8-10% de vuelta a Llanes. Me daba rabia, por castigar las
piernas más de lo debido, no me fuesen a dar el disgusto corriendo.
Con la misma filosofía de “más
vale perder 2 minutos ahora que mucho más luego”, corono Buelna, paro, retoco
un poco el cambio, y parece que funciona. Psicológicamente, me dio más
tranquilidad, a pesar de encontrarme muy bien de fuerzas. Me encuentro a
Nanduco y Lolo, en su particular lucha con el recorrido, jeje, y afronto la
vuelta final, sin bajones de rendimiento.
Regreso a Llanes, el viento pega
algo de cara, pero en el tramo de la nacional, que se pasa bastante rápido.
Entrada a boxes, tras 3 h 21 min (transiciones 1 y 2, más la pérdida de tiempo
de la lucha con la cadenita de los coj… incluidas), y me bajo a correr muy
suelto de piernas, pero con el interrogante de las 2 últimas citas deportivas:
¿me cagaré vivo otra vez?
Como comenté en la crónica del
half de Buelna, había terminado con los productos de INFISPORT, y tras indagar
un poco y comentar con Luis López (T. Buelna-Bathco), me decido por probar con
la marca KEEPGOING. Para los puristas, los 2 principales aspectos que me
convencieron fueron:
-
La energía la aporta, mayoritariamente, la amilopectina
(frente a la maltodextrina de INFISPORT y otras marcas). La publicidad de la
marca anuncia que este componente no da ningún problema digestivo, y eso me
sonó a gloria bendita.
-
La bebida TriForza, entre otros sabores, tiene
uno tropical, con un gusto piña-coco que está muy bueno y entra solo. No es
ninguna tontería, prefiero ir bebiendo algo que me sepa bien y me apetezca,
porque no bebes por sed, en ocasiones, sino por simple necesidad de irte
hidratando/alimentando correctamente y no interrumpir el aporte de energía al
cuerpo.
Ni qué decir tiene, que las
barritas para la bici y los geles para correr, también los compré de la marca
KEEPGOING.
Pues bien, tengo que decir, que
comí y bebí cuando lo tenía previsto, al igual que siempre he ido haciendo, y
no tuve absolutamente ningún problema de gases, malestar, o similar. Demasiada
casualidad se me antoja a mí, como para no tener en cuenta que los inconvenientes
de las 2 grandes pruebas anteriores, se tuvieron que deber a la marca de
suplementación maldita…
Aunque no llevo reloj para
consultar el ritmo, por las sensaciones, sé que voy rodando sobre 4:15-4:20, sin
forzar. El circuito a pie estaba también entretenido, con unos 100 m de
escaleras a la altura de la playa del Sablón, más algunas rampas, un largo
tramo junto a los acantilados de césped, otro por aceras rodeando un polígono a
las afueras, por el entorno del muelle de Llanes,… y así durante 4 vueltas.
Tanto sube-baja, giros en meta, y avituallamiento, pues claramente me ralentizan
un poco, no es un triatlón para hacer grandes marcas, desde luego.
Hasta el kilómetro 10 recupero
algún puesto, me voy encontrando con mis amigos, novias, etc., sin mayores
incidencias, más que nos gritemos algún “vaaaaaago”, entre los que estamos
compitiendo, la moral siempre alta entre las tropas, jaja. También puedo
saludar a Bis y Bravo, de mi equipo, que habían venido a animar. Pero encuentro
otro de los problemas para los que ya he encontrado la solución: las ampollas.
Entreno siempre con playeras HOKA
ONE ONE y ZOOT. Más blandas y aptas para tiradas largas las primeras, más
reactivas y firmes para series y tiradas “ligeras” las segundas. De hecho, las
HOKA las empleé en la maratón del Ironman de Vitoria, comodidad ante todo…
Pero para el resto de pruebas, he
utilizado otras ZOOT, las ULTRA TT, más ligeras aún que las anteriores. Aunque
el fallo es que nunca me había corrido con ellas distancias mayores a un
triatlón olímpico: 10 km. Y tanto en Buelna, como aquí en Llanes, aún con
calcetines, pretendí correr los 21 km, pero sin ajustarlas correctamente a los
pies. No me bailan, pero al ser de horma elástica, tampoco apretaba los
cordones elásticos, y me he dado cuenta que los pies terminaban por deslizar
algo por la plantilla, produciendo las ampollas, a lo largo del tiempo.
Efectivamente, en Llanes se
vuelve a cumplir, y me salen las ampollas en ambos pies, debajo del dedo gordo,
justo donde más apoyo, lógicamente. Bueno, digamos que tampoco es que me
arruinen la carrera, paro para estirar los calcetines (aunque ya era tarde, y
ese realmente no era el problema), me hacen pisar raro y bajar el ritmo, sumado
también al cansancio, y me adelantan 4 o 5 triatletas antes de llegar a meta,
pero consigo terminar en el puesto 36.
Por fin consigo este año entrar a
meta satisfecho, habiendo dado bastante batalla, para mi nivel, y con pocas
objeciones a la carrera, dentro de los problemillas que me encontré. Contento
con la carrera, contento con los compañeros. Y ya no digo nada, cuando nos
enteramos de que subimos al pódium por equipos: 3º tanto en distancia olímpica,
como en el half. Un fin de semana de risas, de convivencia, de amigos… ah, y
casi se me olvida… de triatlón.
XXVIII Triatlón Comillas. Campeonato
Regional (olímpico)
Y para rematar la temporada, o
más bien para rematarme a mí… el pasado día 24 fui a por el triatlón de
Comillas, siempre duro, pero este año aún más.
Con el principal cambio del
recorrido ciclista, siendo esta vez 5 retorcidas vueltas, dirección Trasvía,
vuelta, subida al seminario de la Pontificia, vuelta, paralelos a la carretera dirección
Santillana, y vuelta a empezar.
Visto que ya tenía ganas de ir
terminando el año, y dejar la cabra engordando en el establo (ya ha pacido este
año suficiente), este circuito no apto para ella, era una buena oportunidad
para estrenar la CUBE en competición.
Natación como siempre, en la
playa de Comillas, con mar bastante calmado, y salgo del agua sobre el puesto
20º, según me canta mi amigo Calon. Aunque la pelea para quitarme el neopreno,
más la que ya tenía yo saliendo del mar, me hacen montarme a la bici muuuuuuy
agitado.
Y claro, las duras cuestas que me
encuentro nada más salir a rodar, no me dan un respiro durante la primera
vuelta. Me adelanta mi compañero Jandro, que preveía que iba a hacer una gran
carrera, como así fue. El resto de vueltas, sigue la sangría, y no puedo evitar
ser sobrepasado por bastante gente, no tengo buen día, y las piernas las tengo
aún cargadas del fin de semana anterior en Llanes (aunque pensé que no lo iba a
notar tanto, sinceramente). No eran el circuito ni la distancia idóneos:
dureza, rapidez y sin descanso.
El circuito de bici parecía que
iba a ser también peligroso, sobre todo por la estrechez del tramo a Trasvía,
pero afortunadamente, no hubo ninguna incidencia. También es cierto que
competimos poco más de 80 personas, cuando lo habitual de otros años siempre
estaba entre 120-150. La historia hubiese podido ser otra, si nos hubiésemos juntado
tantos en esa misma estrecha carretera. Pero ahí se quedó la discusión: en una
simple especulación.
Pues nada, a seguir como
buenamente puedo, aunque la cabeza ya me está diciendo que no me mate en
exceso, porque no merece la pena, así que completo las otras 4 vueltas animando
a Aitor, Martín, Manel, Nanduco y Tato (el resto de los componentes de mi
equipo, aparte de Jandro), a otros conocidos del triatlón, y a mi novia Bea,
las niñas, mi padre, y mi amigo Calon. No había para más.
Me bajo a correr justo detrás de
mi compañero Martín, y enseguida le alcanzo, aunque voy un poco más rápido, y
le dejo levemente detrás. Aunque mi cabeza, como decía, no va muy allá, paro
donde mi novia, aprovecho a sacarme unas piedrecitas del pie (le manda narices,
ni una cosa bien me sale hoy, jaja), a charlar con ellos… y me pongo a correr
los casi 5 km restantes tranquilamente.
Poca historia en este día. Un mero
trámite, y entro el 51º, sin piernas, primero, ni ganas, después, de sufrir
demasiado.
Así que también me sirve esta
carrera para desconectar todo el mes de octubre, para empezar de nuevo la
pretemporada 2017 en noviembre. Ojo, intentaré el año que viene volver a dar
guerra, o mejor dicho, más guerra que este: me centraré de nuevo en distancia
half (la aventura Ironman, sin creer que fuese un error haberla hecho este 2016,
no me motiva nada), y creo que volviendo a entrenar y competir a esos ritmos un
poco más rápidos, volveré a ser más competitivo, dentro de mi categoría de
barrigudos acabados… snif, snif…
Despido la temporada (noviembre
2015-septiembre 2016) con 268 km de natación, 8.454 km de bici, 1.506 km de
carrera… y algunas canas más.
Fotos por cortesía de Deimante Fotografía, Alfredo Poo, Yaiza Natural y Luis Alonso "Bis".
Entrena como si fueses a ganar.
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