jueves, 29 de septiembre de 2016

XI Triatlón Valle de Buelna (medio Ironman)

Un poco de buena música para el oído: PLAYLIST BUELNA-LLANES-COMILLAS

Como la preparación del Ironman de Vitoria me había hecho acumular horas y kilómetros sin conocimiento, había que aprovechar esa enorme base, para seguir compitiendo lo que resta de 2016, y la primera fecha del calendario estaba marcada en el medio Ironman de Buelna (20 de agosto).

Mis plegarias fueron escuchadas, y por fin pude disputar un triatlón con todo el sector de bici cuesta abajo, jeje…

Los 1.900 m de natación se realizaron en el Pantano del Ebro, concretamente en La Población. Y allá que subimos los simpáticos muchachos del Triatlón Costa Quebrada, sin miedo ni vergüenza, ¡ya lo creo!

En esta ocasión participaron, aparte de un servidor, Juan Espino, Lolo Ramos, Pedro Vélez, Guti, Nanduco Cabanzón y Carlos Sáiz.

Salida desde la orilla algo rocosa del pantano, a intentar coger buenos pies e ir relativamente cómodo… aunque me fue imposible, al fuerte viento nordeste que nos fastidió en el primer giro, se unió que mis “compañeros de viaje” estaban haciendo una natación bastante caótica. En cuanto intentaba progresar un poco y avanzar, me veía encerrado; si optaba por abrirme a un costado, perdía al grupo. Un verdadero fiasco, así que la natación la hago en unos 32 minutos, en el puesto 72 de 262 participantes. Curiosamente salgo al tiempo que Pablo Gutiérrez y Miguel Marsella, que tienen un nivel aproximadamente como el mío, por lo que se ve que ellos también tuvieron sus más y sus menos para sacar adelante este sector decentemente.

Rápida transición, cuesta fuerte a pie hasta la carretera que bordea el pantano, y a pedalear. En este tramo, dirección este, el viento pega de cara y de forma molesta, aunque al encontrarme fresco, no me ralentiza demasiado, o eso me parece. Pero en unos minutos llegamos al cruce con la carretera que baja del Puerto del Escudo, dirección Cabañas de Virtus, y vamos volando, literalmente: con carretera llana y viento en la espalda, se rueda a 45 km/h sin dificultad, aunque sé que no durará mucho, porque en cuanto giremos de nuevo, el viento pegará de costado y será otro cantar.


Voy con gente desconocida, a excepción de Miguel Marsella, y la media ronda los 38 km/h, si bien poco a poco va bajando, a medida que pasamos Arija y atravesamos los tramos más variados de pendiente hasta Bolmir y Requejo. A este último pueblo llego con una media de 36 km/h, y pensando en que la bajada hasta Los Corrales puede ser bastante descansada.

Bueno, pues para ser exactos, y teniendo en cuenta que el recorrido era “completamente cuesta abajo”, creo recordar haber dejado de dar pedales nada más que en la rampa fuerte de Cañeda, y en las curvas más cerradas de las Hoces de Bárcena. Dicho sea de paso, que de bici descansada, ni hablar, aparte que el viento nos atizó de lo lindo bajando las Hoces, e incluso yo tuve algún leve sustillo al trazar las curvas a derechas.

Tampoco se puede ser hipócrita, porque el perfil ciclista me salió con menos de 600 m de desnivel positivo, sin grandes repechos. De ahí las altas medias que sacamos todos en la bici. Pero en cualquier caso, o por lo menos en lo que a mí respecta, las piernas las castigué intentando no dormirme demasiado y seguir tensando hasta la segunda transición.

Llego hasta Somahoz a unos 38 km/h de media, y atravesamos San Felices, dirección Hijas, zona en la que me alcanza mi amigo Luis López. De ahí hasta la transición, bajo un poco el ritmo, lo que sumado a que pasamos por el polígono de Barros y callejeamos por Los Corrales hasta el pabellón, hace que termine la bici a poco más de 37 km/h de media. Como dato curioso, los “animalicos” que ocuparon los primeros puestos de la clasificación final, hicieron medias entorno a los 43-44 km/h, ahí es nada.

Bueno, satisfecho, comiendo y bebiendo con regularidad, hago el 92º parcial de los 90 km de bici, y me pongo a correr los 21 km finales muy suelto de piernas. Además el día nublado nos libró de mucho calor, así que ideal.

4 vueltas de unos 5 km, con una larguísima recta de grava, que permitía encontrarte de frente con el resto de sudorosos, animarlos, ver las caras de poema (más o menos como la tuya), controlar distancias…

La primera vuelta la hago con comodidad, a ritmo de 4:25 min el km, sin ir forzando demasiado, pero… siempre hay un “pero”. Aparecen los fantasmas de Vitoria, el estómago se revuelve y me empiezan los gases y las molestias.

Tengo que decir que parece que he conseguido atajar este problema, y que yo achaco a los productos de INFISPORT. No dudo de que son muy buenos, pero mi estómago no los tolera bien, no encuentro otra explicación a pasar esos malos momentos corriendo el Ironman de julio y este medio de Buelna. 

El único nexo en común de ambos ha sido la alimentación e hidratación con productos de esa marca, y solamente en esas dos pruebas he tenido esos inconvenientes estomacales, nunca en los 8 o 9 meses de entrenamiento, desde que empecé en noviembre de 2015 a preparar esta temporada.

Resultado: bajada de ritmo e intentar que las molestias no me hagan tener que parar. Entre los avituallamientos, alguna ampollita en los pies (ni con calcetines…), frenarme un poco, saludar a los compañeros del equipo que ya están corriendo, y echar una partida de dominó en el bar, termino la media maratón a un ritmo final de 5 min/km, y entro en meta en el puesto 95º, en 4 h 47 min.

El sub-5, dentro de la satisfacción, reconozco que este día estaba más asequible que en otras ocasiones, por la rápida bici. Aunque la media maratón se me chafó, pero bueno, aprendí la lección de desechar los productos INFISPORT, de una vez por todas.

Juanillo llegó un poco después de mí, contentísimo también por bajar de las 5 horas, y el resto, pues también, para qué mentir, para algunos su estreno en esta distancia (Pedro), y para otros, otra prueba más terminada al bolsillo.


III Triathlon Festival Llanes (medio Ironman)

Un mes después de Buelna, volvimos a la carga, para terminar la temporada con un “grande”. El elegido fue el half de Llanes, con una dura bici, pero que era lo que mejor me venía, por cercanía y porque nos íbamos a juntar un montón de amigos del equipo.

El mes que tuve para prepararlo, es ideal, porque la semana siguiente a Buelna, la tomé relativamente suave, luego otras 2 fuertes de carga, y la anterior otra vez de descarga.

Llegamos el día antes, puesto que habíamos cogido una casa para todos en Porrúa, a 5 minutos en coche de Llanes. Aitor, Oli, Nanduco, Lolo, Jandro, Manel, Tato, Pacheco, Juanillo, Sarobe y el Pistolero (que aún no está fichado para el T. Costa Quebrada, pero caerá en 2017), entre bromas y risas, cenando esa noche con nuestras familias, hicieron que empezase un fin de semana especial, de verdad que sí. Sin olvidarme de Yaiza, la chica de nuestro equipo, que vino a animar a su padre Rolando (hacía el olímpico), animarnos también a nosotros, y sacar unas fotos de concurso.

El despertador suena a las 6 del domingo 18 de septiembre, yo engullo galletas con yogur líquido a fuego, otros desayunan pasta, otros arroz con leche… cada ritual es sagrado, jeje.

Llegamos a las inmediaciones de la playa de Puerto Chico, que el sábado estaba algo malhumorada, pero que esa mañana pareció darnos algo más de tregua. Últimos retoques a la bici (que habíamos dejado durmiendo en boxes), neopreno enfundado y… ¡salida!. Los “olímpicos” salían un poco después de nosotros.

Natación cómoda a 2 vueltas, el mar un poco de vaivén, pero sin ser molesto, y distancia mal medida por la organización, de 1.900 m teóricos, realmente hacemos 1.300-1.400, dependiendo de las fuentes consultadas, jeje. Por cierto, yo me olvidé el pulsómetro en la mochila, y no lo eché en falta en ningún momento, la verdad.

Salgo del agua sobre el puesto 18, de 110 que tomamos la salida en esta distancia half. Transición larga por escaleras y atravesando todas las bicis de los participantes en distancia olímpica, y Oli llega a boxes justo cuando yo me coloco el casco y descuelgo la bici.

El recorrido era duro, algo que no me viene especialmente bien, pero que supe en todo momento que me lo iba a encontrar. La incógnita eran las sensaciones. Comienzo bien, a los 2 o 3 km primera subida dura de 1 km, más o menos, y rápida bajada hacia la nacional, dirección Puertas de Vidiago.

Un poco más adelante, el “coco” de la prueba, en el pueblo de Buelna, un rampón de unos 200 m al 15%, o al 18%, o al 20%... no sé. Sólo sé que yo iba con el 39x28 y de pie sobre la cabra retorciéndome. Menos mal que luego venía un leve descanso, y el resto de la subida eran unos 2 km sobre el 8% mantenido, que hago también con todo metido, y sin trabarme.

Rápida y peligrosa bajada por el lado contrario, y luego un entretenido y fugaz recorrido sinuoso, pero con buena carretera, hasta volver a llegar a la nacional, y de regreso otra vez a Buelna. Es decir, un bucle de 18 km, que teníamos que hacer 4 veces, para luego regresar a Llanes por el mismo camino del inicio.

Claro, yo pensaba ir controlando las tomas de comida por tiempo, pero al no llevar reloj… problemas los justos, pues lo fui haciendo a cada vuelta, tomando media barrita al coronar Buelna y bebiendo cada poco.

Recuerdo que me adelantan como aviones los primeros “olímpicos”, que sólo hacían una de las vueltas al bucle, y alguno de los half, evidentemente. Pero noto que voy manteniendo un buen ritmo y de manera constante. Y lo más importante, unas sensaciones muy buenas, subiendo con fuerza pero sin agitarme, con confianza bajando, y llaneando acoplado a ritmo vivo sin mayores problemas.

Segunda vuelta, igual, con la ventaja de conocerme mejor las curvas peligrosas, y al empezar la tercera, encarando el rampón inicial de Buelna, se me sale la cadena al meter el plato pequeño. Horror… me quedo parado a mitad de la dura cuesta, me tengo que bajar de la bici, y con la pendiente, sé que voy a ser incapaz de subirme y seguir allí mismo. Así que decido, tranquilamente, meter cadena de nuevo, subir andando hasta el tramo más suave, montarme y afrontar el resto de subida como si nada.

Pero mi bici me reservaba otra sorpresa, no sé si porque el cambio no estaba bien tenso o qué, pero el 28 no engrana… y ahí me veo subiendo con el 25, dando chepazos y cagándome en todo lo cagable, puesto que me quedaba otra vuelta por ese mismo tramo castigador, más un km también del 8-10% de vuelta a Llanes. Me daba rabia, por castigar las piernas más de lo debido, no me fuesen a dar el disgusto corriendo.

Con la misma filosofía de “más vale perder 2 minutos ahora que mucho más luego”, corono Buelna, paro, retoco un poco el cambio, y parece que funciona. Psicológicamente, me dio más tranquilidad, a pesar de encontrarme muy bien de fuerzas. Me encuentro a Nanduco y Lolo, en su particular lucha con el recorrido, jeje, y afronto la vuelta final, sin bajones de rendimiento.

Regreso a Llanes, el viento pega algo de cara, pero en el tramo de la nacional, que se pasa bastante rápido. Entrada a boxes, tras 3 h 21 min (transiciones 1 y 2, más la pérdida de tiempo de la lucha con la cadenita de los coj… incluidas), y me bajo a correr muy suelto de piernas, pero con el interrogante de las 2 últimas citas deportivas: ¿me cagaré vivo otra vez?

Como comenté en la crónica del half de Buelna, había terminado con los productos de INFISPORT, y tras indagar un poco y comentar con Luis López (T. Buelna-Bathco), me decido por probar con la marca KEEPGOING. Para los puristas, los 2 principales aspectos que me convencieron fueron:

-          La energía la aporta, mayoritariamente, la amilopectina (frente a la maltodextrina de INFISPORT y otras marcas). La publicidad de la marca anuncia que este componente no da ningún problema digestivo, y eso me sonó a gloria bendita.

-          La bebida TriForza, entre otros sabores, tiene uno tropical, con un gusto piña-coco que está muy bueno y entra solo. No es ninguna tontería, prefiero ir bebiendo algo que me sepa bien y me apetezca, porque no bebes por sed, en ocasiones, sino por simple necesidad de irte hidratando/alimentando correctamente y no interrumpir el aporte de energía al cuerpo.

Ni qué decir tiene, que las barritas para la bici y los geles para correr, también los compré de la marca KEEPGOING.

Pues bien, tengo que decir, que comí y bebí cuando lo tenía previsto, al igual que siempre he ido haciendo, y no tuve absolutamente ningún problema de gases, malestar, o similar. Demasiada casualidad se me antoja a mí, como para no tener en cuenta que los inconvenientes de las 2 grandes pruebas anteriores, se tuvieron que deber a la marca de suplementación maldita…

Aunque no llevo reloj para consultar el ritmo, por las sensaciones, sé que voy rodando sobre 4:15-4:20, sin forzar. El circuito a pie estaba también entretenido, con unos 100 m de escaleras a la altura de la playa del Sablón, más algunas rampas, un largo tramo junto a los acantilados de césped, otro por aceras rodeando un polígono a las afueras, por el entorno del muelle de Llanes,… y así durante 4 vueltas. Tanto sube-baja, giros en meta, y avituallamiento, pues claramente me ralentizan un poco, no es un triatlón para hacer grandes marcas, desde luego.

Hasta el kilómetro 10 recupero algún puesto, me voy encontrando con mis amigos, novias, etc., sin mayores incidencias, más que nos gritemos algún “vaaaaaago”, entre los que estamos compitiendo, la moral siempre alta entre las tropas, jaja. También puedo saludar a Bis y Bravo, de mi equipo, que habían venido a animar. Pero encuentro otro de los problemas para los que ya he encontrado la solución: las ampollas.

Entreno siempre con playeras HOKA ONE ONE y ZOOT. Más blandas y aptas para tiradas largas las primeras, más reactivas y firmes para series y tiradas “ligeras” las segundas. De hecho, las HOKA las empleé en la maratón del Ironman de Vitoria, comodidad ante todo…

Pero para el resto de pruebas, he utilizado otras ZOOT, las ULTRA TT, más ligeras aún que las anteriores. Aunque el fallo es que nunca me había corrido con ellas distancias mayores a un triatlón olímpico: 10 km. Y tanto en Buelna, como aquí en Llanes, aún con calcetines, pretendí correr los 21 km, pero sin ajustarlas correctamente a los pies. No me bailan, pero al ser de horma elástica, tampoco apretaba los cordones elásticos, y me he dado cuenta que los pies terminaban por deslizar algo por la plantilla, produciendo las ampollas, a lo largo del tiempo.

Efectivamente, en Llanes se vuelve a cumplir, y me salen las ampollas en ambos pies, debajo del dedo gordo, justo donde más apoyo, lógicamente. Bueno, digamos que tampoco es que me arruinen la carrera, paro para estirar los calcetines (aunque ya era tarde, y ese realmente no era el problema), me hacen pisar raro y bajar el ritmo, sumado también al cansancio, y me adelantan 4 o 5 triatletas antes de llegar a meta, pero consigo terminar en el puesto 36.

Por fin consigo este año entrar a meta satisfecho, habiendo dado bastante batalla, para mi nivel, y con pocas objeciones a la carrera, dentro de los problemillas que me encontré. Contento con la carrera, contento con los compañeros. Y ya no digo nada, cuando nos enteramos de que subimos al pódium por equipos: 3º tanto en distancia olímpica, como en el half. Un fin de semana de risas, de convivencia, de amigos… ah, y casi se me olvida… de triatlón.


XXVIII Triatlón Comillas. Campeonato Regional (olímpico)

Y para rematar la temporada, o más bien para rematarme a mí… el pasado día 24 fui a por el triatlón de Comillas, siempre duro, pero este año aún más.

Con el principal cambio del recorrido ciclista, siendo esta vez 5 retorcidas vueltas, dirección Trasvía, vuelta, subida al seminario de la Pontificia, vuelta, paralelos a la carretera dirección Santillana, y vuelta a empezar.

Visto que ya tenía ganas de ir terminando el año, y dejar la cabra engordando en el establo (ya ha pacido este año suficiente), este circuito no apto para ella, era una buena oportunidad para estrenar la CUBE en competición.

Natación como siempre, en la playa de Comillas, con mar bastante calmado, y salgo del agua sobre el puesto 20º, según me canta mi amigo Calon. Aunque la pelea para quitarme el neopreno, más la que ya tenía yo saliendo del mar, me hacen montarme a la bici muuuuuuy agitado.

Y claro, las duras cuestas que me encuentro nada más salir a rodar, no me dan un respiro durante la primera vuelta. Me adelanta mi compañero Jandro, que preveía que iba a hacer una gran carrera, como así fue. El resto de vueltas, sigue la sangría, y no puedo evitar ser sobrepasado por bastante gente, no tengo buen día, y las piernas las tengo aún cargadas del fin de semana anterior en Llanes (aunque pensé que no lo iba a notar tanto, sinceramente). No eran el circuito ni la distancia idóneos: dureza, rapidez y sin descanso.
 
El circuito de bici parecía que iba a ser también peligroso, sobre todo por la estrechez del tramo a Trasvía, pero afortunadamente, no hubo ninguna incidencia. También es cierto que competimos poco más de 80 personas, cuando lo habitual de otros años siempre estaba entre 120-150. La historia hubiese podido ser otra, si nos hubiésemos juntado tantos en esa misma estrecha carretera. Pero ahí se quedó la discusión: en una simple especulación.

Pues nada, a seguir como buenamente puedo, aunque la cabeza ya me está diciendo que no me mate en exceso, porque no merece la pena, así que completo las otras 4 vueltas animando a Aitor, Martín, Manel, Nanduco y Tato (el resto de los componentes de mi equipo, aparte de Jandro), a otros conocidos del triatlón, y a mi novia Bea, las niñas, mi padre, y mi amigo Calon. No había para más.

Me bajo a correr justo detrás de mi compañero Martín, y enseguida le alcanzo, aunque voy un poco más rápido, y le dejo levemente detrás. Aunque mi cabeza, como decía, no va muy allá, paro donde mi novia, aprovecho a sacarme unas piedrecitas del pie (le manda narices, ni una cosa bien me sale hoy, jaja), a charlar con ellos… y me pongo a correr los casi 5 km restantes tranquilamente.

Poca historia en este día. Un mero trámite, y entro el 51º, sin piernas, primero, ni ganas, después, de sufrir demasiado.

Así que también me sirve esta carrera para desconectar todo el mes de octubre, para empezar de nuevo la pretemporada 2017 en noviembre. Ojo, intentaré el año que viene volver a dar guerra, o mejor dicho, más guerra que este: me centraré de nuevo en distancia half (la aventura Ironman, sin creer que fuese un error haberla hecho este 2016, no me motiva nada), y creo que volviendo a entrenar y competir a esos ritmos un poco más rápidos, volveré a ser más competitivo, dentro de mi categoría de barrigudos acabados… snif, snif…

Despido la temporada (noviembre 2015-septiembre 2016) con 268 km de natación, 8.454 km de bici, 1.506 km de carrera… y algunas canas más.

Fotos por cortesía de Deimante Fotografía, Alfredo Poo, Yaiza Natural y Luis Alonso "Bis".

Entrena como si fueses a ganar.

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