martes, 29 de abril de 2014

Crónica II Trail Peña Cabarga

El pasado domingo 27 de abril se disputaba el II Trail Peña Cabarga, con un cambio en cuanto a modalidades: un trail “gordo”, de 32 km, y uno de promoción, más light, de 23 km, el mismo que hacían también los participantes de la marcha caminando. En total, 700 madrugadores deportistas.

Como soy consciente de mis limitaciones físicas en estos terrenos, obviamente me inscribí en la prueba de 23 km. Sigo (y creo que seguiré) sin entrenar montaña, porque no lo veo al 100% compatible con el triatlón-duatlón, sino como un divertimento, un mancharse de barro y un cambio de la rutina de nadar-bici-correr, sin más.

Soy terco, y si no tengo una prueba importante, me gusta salir la noche antes, lo he hecho siempre, y mientras el cuerpo aguante, así seguiré. Evidentemente, no salgo a lo “español”, o sea, nada de alcohol, que ya sería… no sé lo que sería, sinceramente. Simplemente, que no descanso lo que sería recomendable, es posible, pero tengo comprobado que rindo perfectamente al día siguiente, y además, con la mente despreocupada por haber estado pasando un buen rato con los amigos. Aunque se me fue un poco de las manos, y me fui a dormir a las 5:30…

Entrenar duro es lo que tiene, que el cuerpo está adaptado a un trabajo de meses, no a quejarse por una noche de sábado. Y, si no, pongo como ejemplo el madrugón que me pegué para hacer el Medio Ironman de Menorca, cuya salida era a las 7:30 de la mañana, y yo me levanté a las 4:30, entre levántate, desayuna y desplázate a la salida en coche. Y, siendo mi prueba estrella de 2013, como era, no dormí más de 4 horas la noche antes. Y ya no digo nada los que hacen un Ironman, por ejemplo. En fin, creo que queda suficientemente claro.

Despertador a las 7:30. Me disfrazo, con la duda de si pasaré frío o no, y finalmente decido llevar mallas cortas de compresión y camiseta también con el mismo sistema, colocando encima malla larga de correr, normal (como todos las que tengo), y camiseta de manga corta, haciendo publicidad al negocio del padre de mis amigas, las hermanas Fuentes (CLÍNICA DENTAL VIDAL FUENTES). Una chaqueta en la mochila, por si la cosa se ponía fea a la hora de tomar la salida, y suficiente. Las zapatillas SALOMON XT WINGS 2, con calcetines INJINJI y medias gordas de lana encima, ya que me calzan un pelo amplias.





Desayuno las galletas y cereales de tooooodos los días, a eso de las 8, y para Solares. El tiempo no es muy frío, unos 11-12 ºC, pero es temprano aún, y la previsión no daba mal tiempo, así que, decido salir en manga corta, con un par. Me encuentro con el grupo de amigos/as que iban a participar en la ruta caminando, y ya, bajo el arco de salida, con mi amigo Calon y Julio, de ESTELA PILATES. La idea era salir muy suave, e ir aumentando el ritmo progresivamente. Mis dos compañeros de carrera me animan a acompañarles, al igual que hicimos en el Trail Costa Quebrada, pero no me veía con fuerzas, y menos aún con la estomagada que llevaba, de haber desayunado menos de una hora antes.

Enciendo el MP3, dan la salida, y salgo al ritmo previsto, tocando el violín, prácticamente. Como es lo habitual, ocurre de todo, gente que te pasan como tiros (a los que luego adelantas 7 km más adelante, y van jadeando, c’est la vie) y otros que van a trote cochinero. Calon y Julio van a un ritmo algo más vivo que yo, y los voy perdiendo poco a poco, pero sigo a lo mío, que esto es muy largo.





Pasan los primeros kilómetros, pisamos ya algo de tierra y barro, y sin novedad, pero con el estómago aún dando la lata. Con las primeras rampas ya se ve que se va haciendo algo más de selección de gente, y eso que no vamos (por lo menos, yo) fuerte, precisamente. Y así llegamos al primer avituallamiento, en el km 9, más o menos.

En este momento, veo que Calon y Julio acaban de tirar sus vasos de isotónico a la basura, me bebo yo el mío, los alcanzo y les comento que a ver si me sienta un poco el estómago y puedo aumentar el ritmo. Dicho y hecho, sigo detrás de ellos unos 3 km, por zonas de subida, en las que ya se tiene que ir andando, en ocasiones.

Algún otro tramo más rápido, llano, pero en el que hay que ir muy atento, porque está lleno de raíces y piedras, que parece que están puestas a idea para darte un tropezón, y lo salvamos sin problemas. Así llegamos al segundo avituallamiento, en el km 12, calculo yo, y en la vertiente norte de Peña Cabarga.

Y me doy cuenta de que ya voy genial del estómago, incluso con ganas de meter algo sólido, de modo que bebo otro vaso de isotónico, y me como dos o tres trozos de barritas de cereales y algo de chocolate (el vicio es el vicio). También se comienza en este momento una zona bastante rápida de toboganes, y justo antes les digo a Calon y Julio que tiro para adelante, a intentar (ahora sí) correr de verdad.

Qué más quiere el ciego que ver. Canciones de heavy metal, Johnny Cash y Gary Moore en el MP3… y dos corredores a tiro. ¡A por ellos!

Pim-pam-pim-pam. A ambos los veo a unos 200-300 m, aunque es engañosa esta referencia visual, debido al terreno tan complicado que estamos atravesando. De todos modos, aprieto, y llegamos a uno de los rampones de la carrera, un tramo de unos 800 m, que hay que subir andando y apoyando las manos en los cuádriceps, para hacer un poco más de fuerza y seguir subiendo a buen ritmo. Llegamos al final, y otro tramo con vegetación y rocas, en el que no se puede ir muy rápido, y sigo con la vista puesta en uno de los que llevo justo delante, y, al mismo tiempo, compruebo que no llevo a nadie por detrás.



Y en ese momento, la parte que necesita de algo de pericia como escalador (no es para tanto), las faldas justo anteriores a la cima de Peña Cabarga, un tramo boscoso, rocoso y resbaladizo, pero que paso rapidísimo. Hombre, ahora estoy en 72 kg, aún bajaré algo de peso en pleno verano (no, de nariz, no, ¡tranquilos todos!), pero voy muy ligero. Llegamos a cruzar la carretera de acceso a la cima, con un montón de gente, me animo al ver el ambiente y a algunos conocidos, adelanto al corredor que llevaba delante hasta este momento y, de un salto y agarrándome como puedo, libro el otro tramo complicadillo.

Ahora sí que noto que he hecho esfuerzo intenso en los últimos 2 minutos, porque sigo hasta la cima, ahora por prado, apoyando las manos en las piernas y sin fuerzas para mucho más, momentáneamente. No puedo correr, por la fuerte pendiente, y por el castigo que me he dado, pero enseguida cojo aire, y en nada corono. Aquí sí que noto algo el viento frío, aunque por suerte no lo he pasado mal en ningún momento, yendo con camiseta corta. Paro en el avituallamiento, como y bebo otra vez (lo mismo siempre, barritas de cereales y chocolate), y para abajo como un cohete.


Del corredor que acabo de adelantar, no vuelvo a saber más, y aunque estoy apretando en la bajada, aún a riesgo de torcerme un tobillo o de machacar las piernas en exceso, no consigo visualizar al otro objetivo, pero sigo fuerte, sin bajar el ritmo. Pim-pam-pim-pam. Atravieso otro tramo de bosque, sobre el km 16, y, por fin, en una bajada muy recta, le veo, más o menos como al principio, unos 200 más adelante. El problema es que estamos en este momento por un tramo descendente fuerte, pero muy lleno de rocas picudas y con poco espacio entre ellas, incómodo, así que me da la impresión de no avanzar, pero bastante tengo con no caerme y seguir controlando a mi presa.

Es en este momento, cuando siento una sensación curiosa, nueva para mí: la soledad. Sí, es cierto, somos 700 personas, si bien los que salían caminando lo habían hecho a la vez que los corredores, y el recorrido era el mismo que hacía yo, por lo que no los volvería a ver hasta la meta. Del mismo modo, los que hacían el trail de 32 km, hace unos kilómetros que se han desviado del camino común que hacíamos todos, en un principio, para dar más vuelta y sumar la distancia de más, como es normal. Pero con todo y con eso, no me hacía a la idea de la situación. No tenía ni idea de si tenía por delante a 200 personas o no, sólo tenía al incómodo amigo de viaje a un minuto escaso por delante, pero sin noticias del resto del mundo.

En fin. Fantástica sensación, la de la soledad en una carrera. Árboles, barro, sudor, piernas empezando a quejarse... y tú solo contra todo.

Km 17, otro tramo de subida, pero ahora ya veo al corredor siguiente a escasos 50 m, dale, dale, dale, km 18 y justo entonces, ¡oh, milagro!, una especie de camino ancho, prácticamente llano, y con mucha hierba y poca roca. Me lanzo a por el otro chico, que veo que es más de seguir un mismo ritmo, porque le adelanto sin apenas esfuerzo, voy muy entero, y las piernas responden, ya que el terreno no tiene nada que ver con lo que me ha estado machacando hasta ahora. Miro el reloj, voy a 3:55-4:00 min/km, y genial. Qué mamones los de la organización, saben que soy de llano, y no ponen más que unos pocos metros así...


Así llego al último avituallamiento, casi en el km 20. Otro trago rápido, y de vuelta a otra bajada pestosa, echo un vistazo al embalse de Heras, a mi izquierda y pienso “qué bonito… sí, sí, ¡pero no te estés y sigue!”. Hombre, qué sorpresa, otro corredor que veo a tiro, y parece que va bastante lento, a por él.

Le alcanzo con facilidad, ahora sí que no reservo nada, para 2 o 3 km que quedan, pero justo entonces me alcanza a mí el chico que había adelantado en el tramo llano. Está claro, baja algo mejor que yo, pero nada más, en cuanto pasemos la bajada complicada, le doy el matarile. Así que, nos metemos a la parte que más miedo me daba a mí, la bajada fuerte final que pensaba que iba a estar embarrada, pero nada de eso, sino que hay una especie de pista que ha abierto una excavadora, con la tierra suelta, que agarra y frena de maravilla.


No dejo irse más de 10 m al “pesado” que me estaba dando tanta guerra, y en cuanto enlazamos con el tramo más llano otra vez, le vuelvo a pasar como un tiro, otro tramo de tierra y cuesta sencillo, pero ya conocido, porque la carrera la habíamos empezado por ahí (era el tramo común de entrada y salida a Solares), y no me preocupo más de quién viene por detrás, porque está, sea quien sea, suficientemente lejos. Piso la nacional, bajada a Solares, giro a la derecha y meta en 2:28:54, para casi 23,5 km.


Junto al avituallamiento de meta, me fijo que hay unas 6 u 8 camillas de masajes, ocupadas por corredores, más otros pocos “embarrados” por allí, y no me cuadra. Hasta que veo en la clasificación que he llegado el 12 de 80 que terminamos. Mira tú qué gracia. Claro, los buenos-buenos están corriendo el trail de 32 km, ya me extrañaba a mí.


Al cabo de unos pocos minutos llega mi amigo Calon, pero no Julio. Al parecer, se torció un tobillo y no pudo continuar, lógicamente. Aprovecho para tirar con bala a los voluntarios de PROTECCIÓN CIVIL, o, al menos, a los que se ocuparon de auxiliar a mi amigo y llevarlo a Solares, porque, no nos engañemos, no es normal decirle “claro, a quién se le ocurre ponerse a correr por aquí”. No, no es normal. Como él, 700 personas más, haciendo una actividad, que, por favor, no es ningún deporte de riesgo. Claro, a quién se le ocurre salir en bicicleta, si le pueden atropellar. Claro, a quién se le ocurre comer, si se puede ahogar atragantado. En fin. Antes muerto, que perder la vida, como decía el otro.

Por primera vez en mi vida me di un masaje tras la carrera, y metí las piernas en agua fría, que nos puso la organización, que se ha portado maravillosamente, todo hay que decirlo. El club OZONO y la tienda de material deportivo y patrocinador de las Trail Series de Cantabria YANIRO, ¡vaya buenos saraos que montan!.

Tocó esperar a los marchantes, pero aprovechamos para saludar a muchos conocidos: Lavín e Isra Lastra (OZONO), Manolo Ramos (TRIATLÓN ASTILLERO, vaya fenómeno), mi compañera juez de triatlón Carmen Arce, etc. Después, un homenaje de pizza (sí, como si no hubiera mañana), y a descansar. En definitiva, otra buena experiencia con esta carrera, que espero repetir en 2015.


Entreno de calidad diferente, 23 km al cesto... y casi 1000 m de desnivel positivo, para estar un par de días bajando escaleras como:



PD. Las fotografías serias, por cortesía del Club Alpino Sámano, gracias.

domingo, 13 de abril de 2014

Crónica III Trail Costa Quebrada y XII Duatlón de Santander

Seguimos sumando, como no podía ser de otra forma.

El pasado domingo 6 de abril, corrí en el III Trail Costa Quebrada, repitiendo la participación de 2013. Me gusta, como creo que a todos, comparar motivación, sensaciones y resultados.

Dicho lo cual, si el año pasado fue una tortura continua, este un disfrute increíble. En 2013, sin preparar nada carreras de montaña (como tampoco estoy haciendo este año), me animé a esta prueba, puesto que varios compañeros de mi equipo de triatlón también competían. El grave error fue salir demasiado rápido y sin conocer el recorrido en su totalidad (lo verdaderamente duro viene al final), amén de la cantidad de barro que había en zonas con piedras, que no me hacían ir con toda la confianza.





En esta ocasión, fue diferente. Acompañando a mi amigo Calon y a Julio y Dani, de ESTELA PILATES (más información pinchando aquí), salimos con la intención de disfrutar, yendo a ritmos cómodos. El día acompañó, incluso demasiado, con unos 22 ºC, y el terreno seco. Sin reloj, ni referencias, sólo correr, maravillándonos del paisaje costero de la Costa Quebrada, los pinares y dunas de Liencres, y las subidas y descensos al Tolío y la Picota.

Una media maratón de montaña (21 km), no tiene por qué hacerse demasiado pesada, pero, si a eso añadimos, como decía, ritmo tranquilo, paisaje y compañía, la gozada es plena. Las diferencias respecto del año pasado, evidentes: no fui en solitario, estuve yendo en todo momento a una velocidad controlada y, para una sensación de la mitad de esfuerzo y casi nulo castigo muscular, el tiempo total fue prácticamente el mismo. Sí, hay que decirlo, llegué en casi 2 horas y 40 minutos, hacia la mitad de los numerosos corredores (puesto 352 de 656), pero no era lo importante, desde luego.

Llegado mayo, ya no hago más carreras de montaña, puesto que no las veo 100% compatibles con lo que más me gusta, el triatlón, por lo que apenas me da para hacer una o dos. En cualquier caso, por este motivo de no conocer otras pruebas del calendario de carreras de montaña, no sé si estaré perdiéndome otras oportunidades, pero, sin duda alguna, recomiendo esta. Como todo, puede hacerse lo dura que uno quiera, pero se puede terminar estando mínimamente preparado.

Yo disfruté un montón. Nada de calambres ni resbalones innecesarios. Olor a mar, a hierba y a monte. A pesar de eso, las piernas, al no estar acostumbradas a subidas y bajadas exigentes, me recordaron dos o tres días el esfuerzo, a modo de agujetas.

He aquí otro motivo por el cual no veo compatible el trail con el triatlón: me fastidia el planning de la semana siguiente a la carrera de montaña. Traducido y resumiendo, desde el lunes siguiente, al sábado, tendría que haber hecho, más o menos, unos 10 km de piscina, 200 km de bici y 40 km de carrera, y, por otros motivos aparte, sólo pude hacer 7 km de nado, 90 km de bici y 12 km de carrera. Ahí es nada.

Con este breve inciso aprovecho para iniciar el relato de la otra crónica en este mismo post: el XII Duatlón de Santander. Así las cosas, con ese escaso entrenamiento me presenté en Santander. Es cierto que el único entreno a pie, fue, precisamente, el de calidad, unas series a muerte en el "Patatal" de SNIACE. Pero la bici, sólo rodillo en casa.

Prueba rápida y con drafting permitido. Con unas distancias aproximadas de 5 km de carrera-20 km de bici-2,5 km de carrera. Frenética, agónica, la madre que lo parió.


La verdad es que me apetecía mucho, porque íbamos a ser unos cuantos del equipo TRIATLÓN COSTA QUEBRADA: Cris, Cazorla, Jorge, Pedro, Cornejo, Álex y yo (más Calon de logística-cheerleader). Fenomenal ambiente, y sin darnos cuenta, las bicis metidas en boxes, y a calentar. El día estaba nublado, con unos 13-14 ºC, y viento pegando de cara del oeste, que nos iba a pegar corriendo y en bici, de cara a la ida, y de espalda a la vuelta.

Mi idea era básica. Correr mucho, enganchar un buen grupo en bici, y no descolgarme de él, pasase lo que pasase. Sencillo. Para empezar, sabía que mis compañeros Jorge y Cazorla tienen un punto más que yo en la carrera a pie, por lo que podrían ser una buena referencia, para no cebarme demasiado con alguien de otra liga distinta a la mía y pagarlo más tarde.

Dicho y hecho, me coloco en segunda o tercera fila, de guardaespaldas del bueno de Marcos Bardón (TRIATLÓN BUELNA), dan la salida, y rápidamente nos vamos estirando al girar la rotonda del campo del Racing, para encarar la S-20, hasta un kilómetro, más o menos, otra vuelta idéntica, y una más pequeña por detrás del campo de fútbol, antes de coger las bicis. Quizá he salido un poco rápido, no sé, intentando seguir a un grupo compuesto por Jorge (de mi equipo), Delgado, Sergio Sobrino y Guiller Ruiz  (TRIATLÓN SANTANDER), Pablo Gutiérrez (BENDER), Luis y otro chico del POLANCO, Zubi, Berto y Chano (TRIATLÓN BUELNA), Busti y Cuero (TRIATLÓN COLINDRES), entre otros.

El primer kilómetro lo paso en 3:27 y el segundo en 3:21, muy rápidos, pero saliendo fresco y llevando gente por delante al alcance de la mano... (es un decir). El caso es que en la segunda vuelta me quedo un poco más retrasado, y hago el kilómetro 3 en 3:41 y el 4 en 3:30. Me da un poco de rabia, porque no me noto tan sobrado como en la carrera anterior de Reinosa, pero después me he dado cuenta que justo llevaba delante a personajes que van un poco mejor que yo, con lo cual la historia se desarrollaba como debía hacerlo. La lástima (pensaba en esos momentos), era que esos escasos 5-10 segundos que me sacaban de ventaja, tal vez fueran los que me faltasen para ir en ese grupo en la bici, pero confié en mis habilidades a la hora de "ducharme y vestirme para salir de fiesta", y estar con ellos en la pelea. Finalmente, hago los 4,70 km (que me han salido por mi GPS) a ritmo de 3:34 min/km, y vuelvo a repetir lo que escribí en Reinosa: A-L-U-C-I-N-O. He hecho el 45º tiempo (de 172 que tomamos la salida), sin que me sobrase prácticamente nada, y ¡joder cómo corre la gente!.

Siendo realistas, cuando corres a 4:00 min/km, deseas hacerlo a 3:50. Y cuando consigues hacerlo a 3:45, pretendes rebajarlo. Y así sucesivamente. Así que, infeliz de mí, que estoy intentando lamer el 3:30 por kilómetro, no me doy cuenta de que compito con gente que está, a su vez, lamiendo el 3:20, el 3:10... y no sigo, que me mareo.

En fin, como decía, "me ducho y me visto" rápidamente, y observo, con alivio, que estoy pegado a mis compañeros Jorge y Cazorla, junto con otros 10 o 15 ciclistas más. Al poco, llega Juanra, del POLANCO, tío generoso como pocos en el esfuerzo en bici, me dice, a su manera, que no se me ocurra quedarme descolgado, y empieza a tirar.
En esta ocasión, se trata de dar 4 vueltas a un circuito también trazado por la S-20, en el que los puntos delicados eran los giros cerrados al principio y fin del recorrido (bordillos, estrechez, grava en el asfalto...), así como las 3 o 4 rotondas que están en ambos sentidos de la marcha. En todas estas zonas hay que estar especialmente atento a salir con mucha fuerza, para no perder el contacto con el mini-pelotón, que siempre se acelera en estas situaciones.

Cazamos a algún grupito que llevábamos por delante, y nos juntamos alrededor de 30 o 40 ciclistas. La romería que íbamos a montar al volver a boxes para dejar las bicis, iba a dejar sin palabras al mismísimo Campuzano.

Reconozco que fui de los que aprovechó para descansar un poco las piernas, si bien, en ocasiones, como me veía fuerte, ascendí algún puesto para estar más adelante, y ¿quién sabe? tirar, si se diese el caso, pero, no sé muy bien por qué, si no era el duro de Juanra, era otro chico de su equipo, más alguno que ni me di cuenta, los que nos llevaban en fila y a toda pastilla, así que me dejé llevar. La sensación de ir en pelotón, guarecido del viento, charlando con los de tu equipo y otros conocidos, no me hizo ser consciente de lo rápido que se puede rodar, puesto que hicimos los 22 km que me salieron, a 40,1 km/h de media, con puntas de 55 km/h.

No me había divertido tanto en mi vida, desde que compito. Hay quien, directamente, prefiere no participar en estas pruebas en las que se puede ir en grupo, pero yo, aprendiz de todo, que llevo 4 días con la bici, disfruté como un enano. Tanto es así, que hice lo que tenía pensado desde la primera vuelta, al ver que había conseguido estar dentro de un buen grupo: atacar al final. Soy consciente de que no tengo una gran fuerza en bici, y de que en el grupo iban algunos gallos de cuidado, pero principalmente, quería intentar llegar solo o casi solo, a la transición, para empezar a correr lo más rápido posible, y evitar aglomeraciones, sustos, tropiezos, etc. Con 40 personas llegando al tiempo a un mismo punto, era lo que tenía que pasar.

El problema es que ataqué demasiado pronto. Visto que sabía que no me iba a escapar, debería haber esperado un poco, y no haberme lanzado a falta de unos 2 km de la transición, para así asegurar llegar de la forma que pretendía. Pero no pudo ser, me volvieron a alcanzar y rebasar fácilmente, y además, en el momento de sacar los pies de las zapatillas, como por arte de magia, me volví a encontrar otra vez con otras 30 personas por delante, así que mi gozo en un pozo.

Último giro cerrado, recta final a boxes, pie a tierra, y escucho cómo se me cae una zapatilla al suelo, justo cuando me están pasando todos los de mi grupo. Son un par de segundos lo que tardas en pensar y decidir: ¿qué hago?¿me arriesgo y dejo la zapatilla en mitad de la carretera y sigo?¿y si me sacan tarjeta? o peor aún, ¿y si alguien de los 100 y pico que faltan aún por llegar se cae por mi culpa?. Pudo el sentido común, y volví a por ella, perdiendo un tiempo precioso, pero me quedé tranquilo. De todas formas, había un par de zapatillas más de otro ciclista, que se quedaron allí, ¡y eran de la misma persona!. Gracias al esfuerzo de Juanra y alguno más, hago el 39º mejor tiempo de todos los valientes, y me pongo a correr desatado.

Habrían sido no más de 15 o 20 segundos los que perdí recogiendo la zapatilla, pero los suficientes para ver que mis compañeros de equipo, a los que tenía de referencia, iban ya a unos 100 m de distancia, algo muy difícil de recortar, siendo mejores corredores que yo, además. En cualquier caso, aprieto, sufro (afortunadamente me he bajado de la bici muy entero, ya que no tuve que hacer un gran desgaste, esa es la verdad), y adelanto a dos o tres chicos del numeroso grupo de la bici, en la primera vuelta. Giro, compruebo con la vista a los que llevo delante, y veo más difícil subir algún puesto más, pero casi en la recta antes de girar a meta, compruebo que estoy acercándome, poco a poco, a Juanra y su compañero Víctor, del POLANCO.

La verdad, no sé qué hacer, pensé esperar y entrar con ellos. Pero al girarme, veo que viene por detrás otro chico, que creo que es independiente, que me va a dar el hachazo a mí, así que, esprinto como un loco, adelanto a Juanra y a Víctor, y, de la onda expansiva, alcanzo a Busti, del TRIATLÓN COLINDRES, que iba justo delante de ellos, llegando a meta literalmente "infartao". El parcial a pie final me salió a 3:35 min/km (con el 35º mejor puesto), mucho mejor de lo que pensaba, pero sin duda, debido a que no me castigué demasiado en la bici.

El puesto final fue el 42, de 172 participantes. Ciertamente muy satisfecho de haber corrido (y sufrido) muy bien, de haber tenido la osadía de sentirme, por unos escasos 300 metros, como Manu Pando atacando en bici (jaja), y de comprobar que, aunque mi guerra, teóricamente, pasa más por los triatlones, voy cogiendo un buen estado de forma. El "pero" fue no haber podido bajarme a correr en la delantera del grupo de bici, porque fácilmente hubiese quedado 8 o 10 puestos más adelante, tranquilamente, pero me parece que, los premios en metálico, eran los mismos = 0,00 €.

Como dice Zubi, del TRIATLÓN BUELNA, ¡plato y tuerca!. Sí, señor.

martes, 1 de abril de 2014

Crónica XIX Duatlón de Reinosa

Bueno, pues ya tocaba ponerse el traje de luces y salir a la plaza. Uno no entrena por simple afición, sino para competir.

Dicho y hecho, el pasado domingo 30 de marzo, subí a disputir el duatlón de Reinosa, sprint (5 km-20 km-2,5 km) con drafting permitido. Un estupendo día en Villapresente, unos 15-16 ºC y sol, "fantástico", pensé... Pero, a medida que iba subiendo con el coche por la autopista, la cosa se fue poniendo más cruda. Ya lo dicen los más mayores del lugar, que con sur en la costa, hace malo en Reinosa.

Nos reciben nubarrones, 5 ºC y viento, nada más bajar del coche. De modo que, como fui previsor, me coloqué una camiseta justa debajo del tritraje, y manguitos en los brazos. Fue todo un acierto, porque no pasé ningún frío; evidentemente, el miedo pasaba por el sector ciclista, pero supongo que el hecho de coger calor al hacer el primer sector a pie, y que la temperatura subió algo hasta la hora de la salida, hicieron cómodo, en este aspecto, el trayecto.

Del glorioso equipo TRIATLÓN COSTA QUEBRADA, participábamos Carlos, Cornejo, Cazorla, Álex, Oli, Aitor y yo. Personalmente, mi estado de forma era una incógnita, porque, si bien llevo entrenando bastante, no he hecho calidad, precisamente, ni a pie, ni en bici. A pesar de eso, era optimista, como siempre.



Como única referencia, el mismo duatlón del año pasado en este mismo escenario. El recorrido era idéntico, así que no habría sorpresas de última hora. Con poco tiempo para calentar, nos llaman para la salida, y, al estar lejos en ese momento, no pude colocarme en posiciones todo lo adelantadas que hubiese deseado, pero en fin.

La historia de estos primeros 5 km de carrera, idéntica al año pasado. En apenas 500 m ya me encuentro en un grupo formado, entre otros, por Juanra y Pedro Gandiaga (POLANCO), Chano (BUELNA), Inma Pereiro y un chico de su equipo (SVC). Podría decir que iba bastante cómodo, y repetí la táctica del año anterior, aumentar el ritmo desde el último cono hasta boxes, para evitar aglomeraciones. Primer detalle: parcial calcado a 2013, con un ritmo medio de 3:38 min/km, y buenas sensaciones, porque no había ido a morir, pero... algo no me cuadra, al ver las clasificaciones. Una de dos, o ha habido muchos más inscritos en puestos "de honor" este año, o la gente corre mucho más. Puede que un poco de ambas. El caso es que, de llegar el año pasado a coger la bici en el puesto 25, el domingo lo hice en el 41 (de 155), al mismo ritmo exacto. En fin.



Sí que compruebo (como siempre), que hago las transiciones rapidísimo, porque de todos los de mi grupo, ninguno sale inmediatamente pegado a mi rueda, salvo Inma Pereiro, creo. El caso es que empiezo a tirar para adelante, con el objetivo de coger ritmo y esperar a enganchar con alguno de los grupos que, tarde o temprano, me alcanzarán. En estos primeros momentos, voy con un chico del equipo SVC, dándonos algún relevo.



En 2 o 3 kilómetros nos alcanza el grupo de Chano y Juanra, y me pongo a su estela, pero... mi sino, una vez más. En cuanto se pegan un par de cambios de ritmo y un pequeño repecho de por medio, pierdo rueda y me quedo en tierra de nadie. Y precisamente hoy, con un viento de cara tremendo, en el tramo de ida dirección Espinilla. En este momento veo en el lateral de la carretera a Cazorla, de mi equipo, que está en un estado de forma buenísimo, había salido bastante adelante en la carrera inicial, y que está luchando con la cadena, que se ha salido. Una pena, porque no consiguió meterla de nuevo, y tuvo que retirarse.

Sigo tirando solo un tiempo, y en otro par de kilómetros me coge un chico del UNIVERSIDAD DE CANTABRIA, con el que colaboro, y de esta forma, descanso un poco, que falta me hacía.

A unos 2 kilómetros de la mitad del recorrido, el famoso repecho de unos 500 m que me partió por la mitad en 2013 (y que me tenía pelín acojonado), nos coge el grupo de "Ferrocarriles Loroño", e intento no perderlo. Qué rabia no haber podido aguantar en el primer grupo que me sobrepasó, me falta chispa, mucha, aún. El caso es que adelantamos a Zubi, del BUELNA, lo cual me extraña, porque siempre va muy bien, y comenta que no va fino, así que le animo a que nos enganche y tiramos.

El famoso repecho lo comienzo con fuerza, y más teniendo en cuenta a los elementos que llevo en el grupo, que me pueden dejar tirado en cualquier momento, y, sorprendido, corono a escasos 20 metros de ellos, con Zubi pegado a mi rueda, sufriendo. En el giro pego un acelerón, para coger rápidamente velocidad e intentar enganchar con el grupo de subida, y veo que Zubi se queda, y además los otros también se me han ido. Y eso que bajo a casi 90 km/h, entre ir cuesta abajo, y el dichoso viento, por fin dando de espalda.

La segunda mitad de este sector ciclista podría resumirla como una contrarreloj individual de 10 km, porque fui solo en todo momento, con un chico a escasos 50 m por delante, pero al que no terminé de coger. En resumen, de los 20 km totales, creo haber hecho, por lo menos 12 o 13 solo, lo que es un desgaste, y más en los tramos con el viento de cara. Por eso hecho en falta esa chispa, que espero ir cogiendo en cuanto meta algo de calidad en los entrenos, no sólo rodajes, y no descolgarme. De haber aguantado en uno de los dos grupos, la historia hubiera sido bastante diferente, pero no era el día.

Aún así, me salió una media de 33 km/h, algo menor a la del año pasado, pero entiendo que con el viento en contra y bastante tiempo solo, ni tan mal. Puesto 61 de 155 en esta parte.

Me bajo a correr muy entero, a pesar de todo, y salgo desatado. Solamente son 2,5 km, y hay que hacerlos a morir. No tengo referencias de nadie, simplemente me cruzo con los que van por delante de mi, pero son inalcanzables, y en los giros, veo la diferencia con los que vienen detrás, y sé que tampoco voy a pasar dificultades. Termino en este sector con una media de 3:45 min/km, con el 28º mejor tiempo de todos los participantes (¡ay, si hubiese podido aguantar en algún grupo de la maldita bici!, hubiese pegado algún buen susto a más de uno, en esta última parte...), y puesto final 47 de 155.



Satisfecho por las carreras a pie, en las que me he encontrado bastante bien, sin haber hecho entrenos de calidad hasta ahora. En la bici, a medias contento, porque, aunque no siempre he podido soportar los ritmos de otros, he sido capaz de rodar bastante bien en solitario y llegar al final entero. Lo dicho, a partir de ahora, empezaré a meter calidad en otra cosa que no sea la piscina, y espero mejorar.

De momento, Trail Costa Quebrada el próximo domingo 6 de abril, con el objetivo de disfrutar, y el Duatlón de Santander el sábado 12, con el objetivo de apretar lo que no he podido en Reinosa y mejorar clasificación.

Como buen final de jornada, nos fuimos de comida 3 componentes del equipo con los del TRIATLÓN BUELNA, y pudimos hablar de nuestras cosas, jeje.

¡A entrenar!