domingo, 29 de junio de 2014

IX Triatlón Valle de Buelna

Creo que no es necesario mencionarlo, pero, antes de nada, aviso de que este es un blog personal, y mis opiniones son sólo eso: opiniones, y mías. Que nadie se sienta aludido para mal, ni se ofenda porque no pensamos igual, ¿de acuerdo?

Dicho lo cual, pasamos al lío. IX Triatlón Valle de Buelna, distancia medio Iron Man, 1.900 m natación-90 km bicicleta-21 km carrera a pie.

Como mientras escribo estoy escuchando música, voy a poner banda sonora a esta entrada del blog. Que no se diga que no me preocupo por vosotros: JOHN FOGERTY (WROTE A SONG FOR EVERYONE)

Los preparativos de siempre para el triatlón, al final se hace todo muy mecánico y rutinario. Simplemente, en pruebas de media distancia, que llevo 5 barritas-geles, el bidón aero del manillar, con isotónico+carbohidratos, y otro con agua, más los recambios de cámaras y botellas de CO2.

Llegamos a la playa de Comillas, con un ambiente espectacular, como siempre. Casi 300 participantes, le dan un colorido al parking, de cuidado. No dejo de saludar a los numerosos conocidos (más bien diría amigos, en la mayoría de los casos). De mi equipo, el TRIATLÓN COSTA QUEBRADA, Alejo, Aitor, Álex, Guti, Oli y un servidor. El presi, Carlos, esa misma mañana tuvo que desistir, por dolor de cabeza (es otra forma más diplomática de decir que estaba acojonado, pero lo respeto, jaja).

Mi entrenador estaba por allí, en labores de bombero (no torero), y aprovechando a darme un último consejo: ¡dale!


El famoso y nunca bien valorado resto del “Comando Menorca” vino a animarme. Calon, Mery, Anuca y Estef, luchando contra el tedio y la lluvia, jeje. Y además me hicieron el favor de llevarme el coche de Comillas hasta Los Corrales de Buelna.

Bebo cada poco isotónico, hasta prácticamente la hora de pisar la arena para ir a calentar un poco al mar, cuatro brazadas y para la orilla, a la cámara de llamadas. Como es habitual, las chicas salen a las 14:00, con el mar prácticamente en calma, aunque el celaje se va poniendo feo poco a poco. Pero nada que no supiéramos, todo parecía indicar que nos íbamos a mojar. A las 14:30 dan nuestra salida, no noto ningún agobio, pero sí que el mar parece estar algo más movido de lo que aparentaba en la orilla, demonios…

Llegamos a la primera boya, y al encarar a la segunda, bofetones. Sí, pero del mar, en forma de viento y olas, muy molesto. Lo mismo al girar hacia la orilla, a completar la primera vuelta de 900 m prevista, si bien, por suerte, mi lado más favorable para respirar (el izquierdo) estaba resguardado de los tragos de sales minerales marinos no deseados. Y en un momento que levanto la cabeza para orientarme bien, soy consciente del caos que el mar ha producido: un grupo de gorritos amarillos, blancos y rojos, por todas partes, desperdigados. Brazos sacudiendo, o más bien, pegándose con el agua, un total descontrol.

No me parecía posible que, el mismo perfil de agua que teníamos, apenas media hora antes, se hubiese tornado tan inestable e incómodo. Ni que decir tiene, que tardo lo que me parece una eternidad en llegar a la orilla. Me parece escuchar algún grito de ánimo (después supe que alguno fue de aviso, para que parase), corro por la orilla hasta encontrar un hueco en la rompiente de las olas, y para adentro de cabeza otra vez.

Por supuesto, sin referencias de ningún tipo, como decía antes, se mezclaban todas las personas que entraban y salían, y no había grupos definidos. Consigo enlazar con un par de chicos para ir a pies y no tener que preocuparme mucho de ir controlando cada poco tiempo la boya, centrándome sólo en bracear de la manera más eficiente posible. Economía, ante todo, que la carrera es muy larga.

Alrededor de los 400 m de esta segunda vuelta, me cruzo de frente con 2 o 3 personas que salen por donde nosotros entrábamos, y pensé que estaban bastante desorientados, simplemente. Sigo avanzando, y “mis compañeros de viaje” se paran a la izquierda, junto a un grupo de otros 10 o 15, flotando, hablando entre ellos, y, como no entiendo nada, sigo a lo mío. Cuando ya rozaba la primera boya con la punta de los dedos, unos pitidos de silbato me hacen girarme, y veo a un juez sobre una zodiac gritándome que se ha suspendido el sector de natación. Perfecto. A 500 m de la costa, el mar peleón, y voy a seguir cansándome para nada.

Pero no voy a ser hipócrita, me encontraba muy bien, con fuerza, de modo que, media vuelta, y para la orilla a ver qué contaban por allí. Y es en este transcurso, cuando me doy cuenta de la situación tan complicada que se estaba viviendo allí. Lanchas y motos de agua llevando a triatletas hasta la orilla, entiendo que pasando por dificultades. De hecho, una de las lanchas veo que se me aproxima por un costado, se me quedan mirando, y como sigo nadando a buen ritmo y tampoco parece que esté haciendo autostop, me dejan allí, haciendo unos largos bien a gusto.
Piso la arena de nuevo, y veo 30 y bastantes minutos (según el GPS, he hecho unos 1700 m). Todos los triatletas reunidos, con Bardy Castillo, el organizador de la prueba, y los jueces. Se decide continuar, el que quiera, pero avisan de que un vendaval ha arrasado los boxes, moviendo bicis, haciendo volar cascos y gafas…

Rápidamente me acerco a la orilla del mar de nuevo, para quitarme bien el neopreno, y correr más cómodo por la arena, entro a boxes, dejo el neopreno a mis amigos, y veo, alterado, que no tengo casco, gafas, ni manguitos. Cojonudo. Miro a todos lados, entre otras bicis, y nada, hasta que, por fin, 3 bicis más allá, alguien había colocado mi casco allí, lo cojo, y para la carretera. Claro, 90 km con viento, lluvia y sin gafas no era lo que más me apetecía, pero simplemente habían desaparecido. Los manguitos me daban algo más igual.

Primeras pedaladas, y llevo justo delante a Gustavo Rodríguez, el ganador del año anterior, un exciclista fortísimo, además. Isra Lastra, del OZONO, detrás de él, además de Chano (TRIATLÓN BUELNA BATHCO). Poco más adelante alcanzo a algún ciclista desconocido, y comenzamos a salir de Comillas, para empezar el primer repechito de la jornada, la subida al pueblo de El Tejo.


Mi estrategia era cristalina. Subir cómodo, con cadencia, y nada de trabarme, para apretar bajando y en el llano, acoplado como si me fuera la vida en ello. Intentando no castigar en exceso las piernas, porque pretendía hacer un parcial de carrera final a muerte total de principio a fin.



Así, corono fácil esta pequeña tachuela, en la que me pasan un par de chicos. Yo a lo mío, aquí no hay que cebarse con nadie, y menos, subiendo, lo tenía clarísimo. Aprovecho en el tramo llano del alto a comer la primera barrita y agua, para comenzar la bajada a Roiz y la carretera nacional.

Bajada no muy larga, pero peligrosa. Por supuesto que, a estas alturas, estaba lloviendo bastante, y la carretera estaba totalmente empapada, así que, aunque cueste creerlo, sin apenas arriesgar, pero adelanto a 3 o 4 chicos bastante más temerosos. Hay una zona peliaguda, además, la cual ya conozco de los años anteriores, en la que el viento pega fuerte y de costado, justo cuando vas a empezar a trazar la primera de las curvas delicadas, y hay que dejarse de valentías y acoples, trincar el manillar como el sueldo de Bárcenas, y poner toda la atención.

En el tramo de falso llano hasta Roiz me alcanzan Juanra y Gorgonio (TRIATLÓN POLANCO), aunque decido no forzar por ir con ellos, prefiero llevar mi ritmo, por lo menos, en estos primeros kilómetros.

La verdad, me estoy encontrando de cine. Bebiendo a sorbos cada poco del bidón del manillar, pedaleo redondo, cómodo yendo acoplado… Casi sin darme cuenta, paso por Treceño a toda pastilla, el viento ahora pega de culo (esta vez no aciertas, Perico Delgado), y la bendita adrenalina hace el resto. Llego hasta Martín Ramos (TRIATLÓN CAMARGO-ASTILLERO), que me había adelantado a mí poco antes, y le vacilo un poco. Subiendo El Turujal, me alcanza Jordi Giménez, triatleta mítico (lleva 22 años compitiendo en triatlón), majísimo, y nos ponemos a la par a ir de charla (que no parados): que si qué putada el mal tiempo que nos ha tocado, que si hay que tomárselo como un entreno. Un placer haberle conocido.

Subidita antes de Cabezón de la Sal, y allí están mis incondicionales del “Comando Menorca”, me pregunta Calon qué tal voy. “Voy de maravilla, fantástico. ¡Pero tú cuida de mi coche!”

Bajada a la rotonda de Cabezón, aflojo, pues es bastante cerrada, y, para colmo, uno de Protección Civil, me parece, cortándonos el paso. Coches de equipos ciclistas llegaban por la derecha a todo trapo. Pero me da rabia, la verdad, no es normal estar en competición y tener que detenerte, así que, sin parar del todo, un poco antes de llegar a la rotonda en sí, veo que tengo hueco suficiente, no viene ningún coche, y me lanzo como una bala a afrontar la larga recta que nos lleva hasta Virgen de la Peña. 

No sé las veces que habré hecho esa recta, para arriba y para abajo. De verdad que no lo sé. De lo que sí que estoy seguro es que habrán sido 2 o 3 con tanta lluvia. Pero es curioso, no me importa; es más, voy disfrutando una barbaridad. Claro, terreno propicio y buenas sensaciones.

Aunque otro pequeño contratiempo más, girando a pasar el puente de Virgen de la Peña, sobre el río Saja, dos coches de equipos parados en medio, un chico de la carrera ciclista (eran juveniles) debía haber pinchado y le estaban cambiando de bicicleta. Maldigo un poco la mala suerte de que nos hagan estar perdiendo el tiempo, sin terminar de entender cómo es posible que coincidan recorridos de dos pruebas diferentes en el mismo día y hora.

Pues nada, a lo nuestro, desvío hacia Villanueva de la Peña y a acometer el Alto de San Cipriano. Larguísima recta por Ibio, llevo a Jordi y otro chico más de referencia, a 20 m por delante, llevan un ritmo muy bueno para seguir con ellos. Si bien, al final de la recta, antes de empezar la subida, Julio, el jefe de jueces de triatlón en Cantabria, nos comunica que se ha decidido suspender totalmente la prueba.

Hemos, por tanto, de seguir subiendo San Cipriano, girar hacia Los Corrales de Buelna, y llegar hasta el pabellón de meta. La verdad, es una pequeña faena, pero sé que había motivos suficientes, el día no acompañaba en absoluto, y aunque yo nunca pasé por dificultades, ni en el mar, ni mucho menos en carretera, sí que se podrían haber dado situaciones de riesgo innecesarias, que, por supuesto, no tiene por qué soportar la organización de la prueba. No hay discusión posible.

Con filosofía, pues, nos juntamos Martín Ramos y yo, junto con otro grupete de ciclistas que nos alcanzan, mi amigo César Bolívar (C.D. OZONO), entre ellos, y vamos de animada charla, bajo la lluvia, pero ligeros, para no quedarnos fríos. Comprobando en casa el track del GPS, veo que hice 29,5 km/h de media, y eso contando con los parones y la marcha en grupeta tranquilos hasta Los Corrales. Buena señal, tenía piernas para hacer un parcial de bici decente.

Llegamos al pabellón de Los Corrales, y mi compañero Oliver me guarda la bicicleta, mientras yo entro al calor de un cañón de aire caliente que nos ponen en la organización. Veo a unos cuantos tapados con mantas, tiritando, y pienso que hemos tenido una jornada épica de las que contar a los nietos. Lástima que nos la hicieran nada más que de poco más de 40 km, jaja.

Me voy satisfecho, a pesar de todo, pues hemos demostrado, cada uno a su manera, nuestra dureza y pundonor, peleando con el clima de nuestra tierra enfurecido. Si no se hubiese paralizado la competición, estoy seguro que hubiésemos terminado bastantes.

En caliente ayer al terminar, y en frío ahora, escribiendo, sigo pensando lo mismo. Me da rabia y pena ver tristes a Bardy Castillo y Noe Mediavilla (presidente y secretaria del CLUB TRIATLÓN BUELNA y organizadores del evento), por tanto esfuerzo, así como el de todos los voluntarios, desde luego. No es justo. El tiempo tiene estas cosas, sí, pero, a veces el destino tiene detalles sarcásticos. Durante la mañana, incluso con sol. Y una o dos horas después de haber suspendido la carrera, nublado, sí, pero sin aguaceros ni viento. Aunque creo haber dejado por tierra, mar y aire, estas mismas impresiones de ánimo y apoyo hacia todos ellos, y la seguridad de que en 2015 me tendrán allí de nuevo, nuevamente lo hago desde aquí. Sois muy buena gente, hacéis las cosas bien, y los que participamos no podemos estar más que agradecidos. Es así de sencillo.

En lo que a mí respecta, no me trastoca una barbaridad. Esta era la primera gran prueba que tenía para este año, quería hacerlo bien (intentar bajar de las 5 horas, con el duro circuito ciclista, que a mí no me va nada bien), pero en dos semanas voy a hacer otro medio Iron Man a Riaño (León), así que la preparación para Buelna está ahí. Y las ilusiones, intactas, desde luego.

Dar, una vez más, las gracias a mi entrenador, Josué Castillo. Me está poniendo en una forma, que no me conozco ni yo.

¿Compensa tanto sacrificio? Desde luego que sí. A mí sí. Son muchos días de mojaduras y frío en bici desde enero, cansancio, agobio, etapas de bajón, comederos de cabeza, etc. Pero también de satisfacción, porque gracias a este deporte he conocido (y aún continúo haciéndolo) a grandísimas personas, con las que comparto experiencias.

Gracias por leerme. Grandes deportistas, mejores personas.

PD. Los sufridos fotógrafos que he visto por el recorrido, han sido Cris Ruiz, Ruth Cruz, Fotopostigo.com, Nuria GD (La Distancia Más Larga Entre AyB), Pablo G. Sal, Iván Glez. Camino, Noe Mediavilla y kirolargazki.com. Gracias a todos por darnos esos recuerdos.

jueves, 26 de junio de 2014

XVI Triatlón de Laredo

Triatlón de Laredo 2014. Buenos recuerdos de 2013 (estrené la BH y me salió una buena carrera), una prueba muy bien organizada, creo que un referente del norte de España, así lo pienso, sinceramente. Enhorabuena a David Bustillo (Busti, del TRIATLÓN COLINDRES, cabeza visible de la organización), pues es imposible hacer las cosas mejor, con una inscripción muy contenida, 22 €.


Sobre distancia casi olímpica (1.500 m natación-39 km ciclismo-9,6 km carrera), el pasado sábado 21 de junio, casi 300 valientes nos lanzamos a las aguas del puerto de esta preciosa villa, a pasar la tarde, ¡claro que sí!

Se nota la cercanía al País Vasco, al igual que en el triatlón de Castro Urdiales, puesto que muchos son los equipos de esa región que se animan a competir en estas dos pruebas cántabras. Cuantos más, mejor, sigamos haciendo que crezca este deporte.

Por el TRIATLÓN COSTA QUEBRADA, me acompañaron Cazorla, Cornejo, Cris, Carlos, Aitor, Álex y Alejo, buena participación.

Ya, mi entrenador Josué, me había avisado de que no iba a ir tan fino como en Suances. No soy demasiado listo, pero sí lo suficiente, como para ver que esa semana antes de Laredo había sido fuerte, pensando en el triatlón de Buelna del 28 de junio, al revés que para Suances, que me tocó los días previos descarga y asimilación.

Pero como lo que gusta es competir, y es otro entreno exigente más al saco, salí a darlo todo, como siempre.

Las chicas salieron antes que los chicos, y, a nosotros, nos dividieron en 2 tandas de unos 140 triatletas, con salidas separadas por 5 minutos, para poder controlar mejor a las casi 300 personas, y que no hubiese amontonamientos en el agua. Creo que perfectamente pensado.

A mí me tocó en la primera tanda, y rápidamente me coloqué en segunda fila, tras la línea que marcaba la salida, a eso de las 16:40. No me dio tiempo a estar en la primera, y tampoco era cuestión de meterse a codazos, la verdad. Bocinazo bien avisado (¡por fin!), no cogió a nadie desprevenido, y salgo lanzado a no quedarme cortado, como me ha ocurrido otras veces.

Apenas unos 200 m dentro del puerto, y salida a mar abierto, a por un clásico recorrido de boyas, de unos 900-1.000 m, calculo yo, para regresar al puerto de nuevo, y completar los 1.500 m. Aparte de que me encontré muy bien, y tuve la suerte de ir en un buen grupo (creo que en el segundo, detrás de los más gallos del lugar), conseguí no desgastar demasiado, siguiendo a algún triatleta que iba a buen ritmo, controlando en todo momento las boyas, y, como colofón, el mar estaba piscinero, lo cual me beneficia enormemente.

De ahí el resultado, consiguiendo salir del agua con el 23º mejor tiempo de los 295 participantes. Mi compañero Cazorla salió el primero, como suele ser habitual. Me parece llegar a boxes junto a Sergio Sobrino (TRIATLÓN SANTANDER), Choco (TRIFLAVI), Miguel Marsella y Pablo Gutiérrez (BENDER TRIATLÓN) y Javi Trueba (SVC BUSCADORES).

Dicen que un tal Tostao, exfutbolista brasileño de los años 70, alaba a nuestra Selección de fútbol por haber aportado unos últimos años de maravilloso fútbol al espectador. Pues no, Tostao estuvo el pasado sábado 21 en Laredo, concretamente compitiendo con el dorsal 108, y ya saliendo de Laredo, en las primeras rampas, llevaba las piernas algo más que “tostadas”. Los primeros 3 kilómetros, que van en subida continua hasta coronar el Alto de Tarruezo, no iba con fuerzas.

Marsella me pasa nada más comenzar la subida, y no soy capaz de mantener, ni tan siquiera, la referencia visual para que no se escape demasiado. Esta vez no. Y no me queda nada, 35 kilómetros. Señor, llévame pronto…

Nada, empezamos un tramo llano y luego descendente, que nos lleva a Iseca y Mollaneda, y puedo acoplarme y darle un poco de fuerza a las bielas, dando verdadero resultado, ahora sí. Justo me adelanta Nacho Rodríguez, y un poco después Javi Trueba, ambos del SVC BUSCADORES, y con cabra. Me “encabrono” un poco conmigo mismo, y le doy al 50x11 a todo gas, para que no se me vayan, lo que consigo, mira tú qué gracia.

Pero llegamos a la subida que nos lleva junto a la autopista A8, la del Mirador de Liendo, y vuelvo a quedarme poco a poco. Es lo que toca, hoy. Justo entonces, veo en la cuneta animándonos al bueno de Marcos Bardón (TRIATLÓN BUELNA-BATHCO), el gran artífice de TRIATLÓN CÁNTABROy a Jorge Morales, el fotógrafo “no oficial” de los ciclistas y triatletas del norte de España (el que diga que no tiene, o ha tenido, una foto realizada por Jorge, en su perfil o portada de FACEBOOK, que tire la primera piedra…). Vaya dos hembras, jaja.

Me adelanta también algún chico del País Vasco, lo que no me da ninguna referencia verdaderamente válida, puesto que no conozco a nadie de otras “peleas”, cosa que sí ocurre con los participantes habituales del circuito cántabro. Me sirve con que me están pasando en bici y no estoy para muchas alegrías.

Sigo a lo mío, esta vez prestando atención a la bajada, bastante peligrosa, hacia el cruce en El Pontarrón, y giramos dirección al pueblo de Trebuesto, aquí prácticamente llano, hasta dar la vuelta en este pueblo. Como es lógico, algo antes me empiezo a ir cruzando con los primeros, y mentalmente me parece contar alrededor de 40. Bueno (pienso), la sangría no ha sido para tanto, pero… todavía me queda la mitad, jé, que no te pase nada, amigo.


Al llegar al giro en Trebuesto me alcanza Isra Lastra (CD OZONO), tenemos nuestro vacile particular, y le “dejo” marchar. Qué casualidad, como siempre… menuda locomotora. Poco más adelante, Chano (TRIATLÓN BUELNA BATHCO), hace lo propio.

Comenzamos a subir al Mirador de Liendo, bastante pegajoso, pero tengo la suerte de ir acompañado de Rafa Delgado Leyton (TRIATLÓN SANTANDER) y Choco (TRIFLAVI) ambos con cabra, a los que sigo bastante bien y consigo adelantar subiendo, pero en cuanto llega el terreno propicio para sus monturas, otra vez a pelear para no perder mucha distancia. Lucha bonita, por fin. Sin llegar a notar que vaya bien (sería imposible, de repente, recuperar, por arte de magia, lo que no había sentido en los primeros 20 km, ¿cómo vas a encontrar algo que ni siquiera has perdido?), pero parece que puedo apretar, tensar un poco, y defenderme mejor en el recorrido de vuelta a Laredo.

La pega es que noto las piernas algo cargadas ya, y el recorrido a pie por el puerto es rapidísimo. No sé si habré elegido bien la corbata para la camisa que llevo. Madre mía… además hace un calor espantoso. Al menos he podido beber bien y comer una barrita, sin percance alguno.

Afrontamos la subida final a Tarruezo, en la que me adelanta otro conocido, el duro César Bolívar (CD OZONO), y en la que decido dejarme un poco, pensando en lo que acabo de comentar, los casi 10 km finales de carrera a pie, que me pueden resultar eternos.

Llego a la transición a la par de Leyton y alguien más a quien no conozco, y se me vuelve a caer una zapatilla de la bici al saltar. Tengo que conseguir hacer el salto sin girar tanto el pie que mantengo sobre el pedal, para no tener que perder tiempo en recoger lo que pierdo por el camino, está claro…


Con el 109º parcial de los 295, el glorioso Tostao llega al puerto de Laredo, señoras y señores.

Pues nada, dejar la bici colocada y ponerme las playeras, va como la seda. Por cierto, un breve inciso. Gracias a mi compañero de equipo y gran amigo Aitor Roiz, que me ha facilitado unas ZOOT ULTRA TT 5.0, con las que estoy encantado, pues las SKECHERS me hicieron daño en Suances, y no puedo seguir con semejantes problemas. Pero las ZOOT, sin calcetines, comodísimas y ligeras. ¿Por qué no las habré conocido antes? En fin.

Salgo a correr desatado, bebo un poco de agua, y me encuentro en el kilómetro 2,5, más o menos, yendo a 3:45-3:50 min/km y perfecto de piernas. A pesar de la carga que llevaban de la semana, más la del propio día, para correr respondían increíblemente bien.

Pero qué poco dura la alegría en casa del pobre… no sé si debido al calor, o a qué, pero el estómago empieza a molestarme con retortijones y gases. Dudo que haya sido la barrita o el isotónico de la bicicleta, aunque nunca se sabe. El caso es que me obliga a bajar el ritmo, yendo en ocasiones a 4:20, una verdadera rabia, porque, como digo, por piernas estaba para hacer el parcial completo a menos de 4 min/km, y recuperar algunos puestos.


Bueno, pues "modo supervivencia", sigo a ritmo más cómodo, animo, como siempre, a los conocidos, y el último 2.000 acelero para entrar dignamente a meta y salir resultón en las fotos. Parcial de carrera 61 de 295, y puesto final absoluto 51 (10º en veteranos 1).

Desde luego que ni tan mal, para las regulares sensaciones a partir de salir del agua, es la verdad. En cualquier caso, otra carrera más al bote, disfrutando, en la medida de lo posible, y acercándome a Buelna, la primera gran “X” en mi calendario. Creo que los deberes los llevo bastante bien hechos, ya veremos.

Mis compañeros de equipo muy contentos (a excepción de Cris, que decidió retirarse sin terminar el parcial de carrera a pie, ha tenido una racha de exámenes que no le han permitido entrenar como es debido; a partir de ahora, todo será diferente), y también muy cansados, era un día muy exigente, en todos los sentidos.

Después de la carrera, estuve un rato metido en la piscina que puso la organización, para enfriar las piernas, un gran detalle. Pero tuve que desaparecer repentinamente, puesto que el estómago empezó a fastidiarme de verdad-de verdad, y me llamaron urgentemente a grabar un episodio de “Juego de Tronos”…

He estado al día siguiente un poco tocado de la tripa, pero nada grave, y ya estoy perfecto. Lo que me ha mosqueado ha sido el no saber a qué se ha debido, y pensar en que me pueda ocurrir en otra carrera, arruinándola. Pero pensemos en positivo.


Me gustó mucho, como siempre, ver a mis amigos del “Comando Menorca”. Esos ánimos son los que más escucho, creedme.

¡Espero veros en la playa de Comillas el próximo sábado 28 de junio!

Buenos deportistas, mejores personas. Un abrazo.

PD. Fotos en carrera, por cortesía de Jorge Morales, Cris Ruiz, Estefanía Silva, Ruth Cruz,  kirolargazki.com y Nuria (La Distancia + Larga Entre Ayb)

lunes, 9 de junio de 2014

XXVI Triatlón Villa de Suances

Ya sé que no me vais a creer, si os digo que hubiese firmado terminar entre los 40 primeros en el primer triatlón de la temporada en Cantabria, el de Suances, soy consciente. Pero es la verdad.


Uno se machaca, en la medida de sus posibilidades, parece sentirse fuerte, pero luego llegan los bofetones de los demás, en sentido figurado, claro, y te ponen en el lugar que te corresponde.

Después de dos semanas de carga intensa, esta última antes de la carrera fue de asimilación, y lo cierto es que me vino de maravilla.  Los dos días de bici, ambos de 2 horas de paseo… pues salieron “algo” más rápidos de lo previsto, casi 60 km el primer día a más de 29 km/h de media… pero el jueves, con los acoples de larga distancia recién montados en la bici, postura agresiva, muchas ganas y poco conocimiento (marca de la casa), otros 60 km, a casi 33,5 km/h, con las sensaciones de mi pico de forma del septiembre pasado, es decir, algo más que buenas… y aún me quedan 3 semanas para el primer gran objetivo del año.

Además, dispuse de un arma nueva, unas ruedas de perfil 50 que me prestó mi amigo Calon, y que tenía ganas de poder aprovechar. Algo más pesadas que mis “hierros” habituales, pero mucho más efectivas, claramente. Rígidas y con un aplomo en la dirección que da muchísima confianza trazando las curvas.

Jornada perfecta de climatología, la del pasado domingo 8 de junio. Día despejado, unos 20 ºC, sin apenas viento… ideal. El único problema era el mar, que sí que estaba algo revuelto, no de corrientes, pero sí de oleaje molesto, y bastante continuo.

Por mi equipo del TRIATLÓN COSTA QUEBRADA, participamos Cris, Cazorla, Cornejo, Aitor, Álex y yo.

Sin incidencias importantes en los momentos previos a llegar a Suances, coger dorsal, gorro, chip, saludar a los numerosos amiguetes, etc. Es un placer disputar carreras en zona conocida, y, para mí, siento que el triatlón de Suances es el que representa, en mi caso, “correr en casa”, aparte que, no en vano, he vivido allí 5 años.

La ceremonia habitual, tras la entrada a boxes, colocando la bici, zapatillas con gomas, barrita para comer, ponchera,… Algún consejo a mi compañero de equipo Álex, nos enfundamos el neopreno, y rápidamente para la orilla de la playa de Los Locos, que, como digo, estaba un poco cabreada.

No tengo tiempo para dar unas brazadas de calentamiento, puesto que avisa el presidente de la Federación Cántabra a reunirnos en la orilla, para las indicaciones y dar la salida. Estiro un poco, y a visualizar la trayectoria a seguir. Se trataba de un circuito de 600 m, en triángulo delimitado por boyas, al que había que dar dos vueltas, pisando casi la orilla, resultando 1.200 m totales (1.000 m me marcó a mí el GPS).

Hay hechos que se dan por socialmente aceptados: ir de rabas y blancos los domingos a mediodía (con o sin ceremonia religiosa), hacer cola en las fiestas de los pueblos en las que se hacen gratis paelladas, chorizadas, salchichadas, sardinadas,… y ponerse a reventar, hablar del tiempo cuando no se sabe qué decir… y dar las salidas de los triatlones en Cantabria a traición, que es como más nos gusta, sí señor.

Pues bueno, ni tan mal, esta vez. Estuve listo, y me coloqué justo detrás de los gallos (Bizkarra, Min, Román, Correa, mi compañero Cazorla, Barroso), con la vista al frente, pendiente nada más que de ellos, y, sorprendentemente, no me sobresaltó el bocinazo de salida, no hubo susto, esta vez.

En el breve transcurso de tiempo, desde que nos agruparon en la arena, hasta que se dio la salida, poco a poco, fuimos todos metiéndonos al agua, hasta casi tener las olas rompiendo en la cadera, así que comenzamos algo patosos, peleando con las olas, no tuve la sensación de un inicio desenfrenado, como otras veces. Ni un solo golpe, ni patada, demasiado bonito, para ser verdad.




No es que sea un excelente nadador, pero sí que es cierto que saco más rendimiento de las aguas tranquilas, que no era precisamente lo que tuvimos en Los Locos, así que fui avanzando, sin referencia cercana de prácticamente nadie, es decir, no pude sacar ventaja de ir a pies de ningún otro triatleta, aparte que, con la desorientación, no sé si era yo, los demás, o todos, nos desviábamos constantemente de la línea de mínimo recorrido entre boyas, por lo que cada uno a hacer su guerra, que bastante tenía con salir vivo de ella.

Casi terminando la primera vuelta, me sorprende una ola, ya totalmente rota, pero con mucha fuerza, y me encuentro rodeado de espuma, tragando agua, y con las gafas despedidas. Perfecto. Menos mal que era una zona en la que ya era capaz de hacer pie, aunque a duras penas, pero me vuelvo, maldiciendo a gritos (sí, yo también), y cuando estoy decidido a hacer toda la segunda vuelta sin las gafas (y con el riesgo de perder las lentillas que utilizo), la espuma se disipa levemente, y justo al alcance de la mano, aparecen flotando. Para hacerse una pequeña idea, un vídeo de www.triatloncantabro.es (en el segundo 48, más o menos, se me ve a mí volviendo atrás a recoger las gafas que encontré flotando):


Señores de SPEEDO, gracias por hacerlas tan sumamente ligeras, aunque hubiese sido todo un detalle añadirles una boya, o una bengala… Las coloco, mientras sigo avanzando unos metros a pie, y rápidamente sigo nadando, hasta completar la primera de las vueltas en la orilla. No he perdido más que unos 15 o 20 segundos, aquí no ha pasado absolutamente nada.

Ni que decir tiene, que no conozco a nadie de los que llevo inmediatamente delante, y que, al incorporarse y poder ver de espaldas, no me dan más pistas que la marca de sus neoprenos, así que continúo con cero referencias toda la segunda vuelta, y nuevamente en solitario, pero esta vez sí que no tengo percances con las olas. De hecho, no recuerdo que me sobrepase ninguna hasta tocar la orilla por última vez, algo extraño.

De todas formas, el mar se cobra sus víctimas, puesto que hay algunos abandonos, me dicen después de terminar.

Al pisar la arena, decido quitarme allí mismo el traje, pensando que seguramente me sea un poco más sencillo subir todas las escaleras de acceso al parking de encima de la playa, donde se encuentran los boxes, sin la tirantez en las piernas del ajustado neopreno. Es curioso lo pesados que se pueden hacer estos escalones, no sé cuántos serán, pero entre que subes agitado por el esfuerzo y la tensión, y que no son de huella regular, sino cada uno de diferente medida, llegas arriba infartado. Hago el 20º mejor tiempo, de 108 triatletas que finalizamos.

De un salto me monto en la bici, 30 kilómetros rompepiernas nos esperan por delante. Me parece escuchar por megafonía que sale detrás de mí Javier Hoz, del TRIATLÓN SANTANDER, que no es cojo, precisamente, pero no tengo ni idea de en qué posición estoy, así que toca esperar a encontrarse con los primeros en bici, ya que es un recorrido de ida y vuelta. Qué diferencia con esta carrera hace dos años (el pasado 2013 se tuvo que aplazar a septiembre, y me fue imposible correrla), experiencia, kilómetros acumulados, bici más ligera. Subo la primera rampa muy suelto, y sin ahogarme, me acoplo al llegar a La Tablía, saludo a mis amigos Regino, María y Bea, que están a pie de carretera, y comienzo con las dos rampitas que nos van a llevar al pueblo de Tagle, con plato, ¡madre mía! Como digo, vaya diferencia, el tener fuerza en las piernas y el corazón más entrenado.

Me adelanta un chico con cabra, al cual no conozco, y al que rápidamente veo que no juega en mi liga (o eso me parece, ya que le sobrepasé algo más tarde), por lo que se aleja, poco a poco, pero no me preocupa en absoluto. Adelanto yo a dos chicas (perplejo, me quedo, no es posible que hayan nadado tan rápido, pero estaban corriendo ya descalificadas, puesto que no habían completado todo el sector de natación, por temor al oleaje, y se les permitió continuar en carrera), al bueno de Íñigo Calderón, del UNIVERSIDAD DE CANTABRIA, muy buen nadador, pero que va sufriendo en bici lo suyo, le animo, y sigo. Llegando a Tagle, pasando por uno de los numerosos pasos de cebra con resalte, escucho detrás que se me ha caído la ponchera, le pido perdón al que me lo comunica, por si le hubiese estorbado, y me lo agradece adelantándome, Miguel Marsella, del BENDER, tomo nota, jeje.

A pesar de haber perdido la bebida, nada más empezar, no me preocupo lo más mínimo, porque he estado bebiendo continuamente la última hora, y hasta justo antes de bajar a la playa, aparte que, con un circuito tan corto, no es algo que hiciese echar a perder la carrera. Confiaba en beber agua que da la organización en el circuito a pie, para poder tragar el gel que llevaba para el final, y con eso fue más que suficiente.

Acto seguido, me adelanta otro animal: Juanra, del POLANCO, gran amigo mío, y que ya nos conocemos muy bien, puesto que se repite siempre la misma historia en todas las carreras, y me anima al pasar, pero ya sé que no puedo cebarme en intentar seguirle, no es buen plan, y además no noto ir demasiado mal. También me pasa Nacho, del SVC, ascendiendo la mini rampa de entrada a Ubiarco, que tiene un desnivel bastante pegajoso. Cruzamos el pueblo, y llegamos al minipuerto que lo comunica con la parte alta de Santillana del Mar, no excesivamente duro, ni largo, pero que ya obliga a tirar un poco más de desarrollo.

Al tener una parte recta larga, me permite comprobar que llevo a cien metros a Miguel Marsella, y a otro compañero de su equipo, que deduzco que es Pablo Gutiérrez, porque me parece apreciar que lleva cabra, y por la posición en carrera, que me encaja bastante. No me equivocaba. Justo en ese momento me pasa Javier Hoz, le animo, y sin apenas darme cuenta corono, y comienzo el tramo ligeramente descendente que nos lleva a Camplengo. Aprovecho para comer la barrita energética, a palo seco, claro está, menos mal que no las hacen con la consistencia de los polvorones, porque…

Y veo muy factible mantener la referencia con los dos chicos del equipo BENDER, sin descartar a Javi Hoz, al cual tampoco veo excesivamente fuerte, este día. Me lanzo como un loco, acoplado, bajando la cuesta de Las Quintas, que nos lleva a Queveda, y llegando abajo, me empiezo a cruzar con los primeros, y voy contando mentalmente, hasta que llego al cono de Viveda, donde se da la media vuelta, y veo que voy sobre el 25. No me lo creo, queda la mitad del sector de bici, me estoy encontrando fuerte, más luego toda la carrera a pie, que normalmente me da alguna que otra alegría, y veo que me está saliendo una competición muy muy aceptable, mejor de lo inicialmente esperado.

Es curioso, cuando te encuentras de frente con los primeros, te parece un mundo lo que te van sacando, aparte que sabes que no vas a poder alcanzarlos. Pero, sin embargo, te resultan muy amenazadores los que llevas por detrás, a los cuales te vas encontrando tú de frente, justo después de dar el giro.

Volvemos a subir Las Quintas, y Camplengo, y adelanto a unos pocos chicos (entre ellos el de la cabra que fue el primero que me adelantó, nada más salir de Suances), más moral al saco, por supuesto, y con la referencia, en todo momento, de los dos BENDER, que se reduce poquito a poco. Al llegar al alto de Yuso, me alcanza Isra Lastra, increíble ciclista, pero, por suerte, para mí, no tan fino nadando, jaja. Me deja poco a poco, otra historia repetida, y que entra dentro de lo normal. Yo me acoplo, y empiezo a tensar, pues tengo a Pablo Gutiérrez a escasos 20 m, pero su cabra se embala bajando, y me vuelve a descolgar. Llegamos de nuevo a Tagle, y compruebo, satisfecho, que no llevo a nadie por detrás, sigo haciendo una buena bici, me han adelantado triatletas mejores que yo, de siempre, lo que es lógico, pero mantengo bien distancias con los más asequibles, y recorto posiciones.

Inaudito, para mí, pero debe ser que entrenar va a resultar efectivo, quién lo iba a decir.

Callejeamos por Tagle, y ya estoy pensando en la bajada de La Tablía, que significa que ya está hecha la bici, a la que tanto miedo tenía, y que, sin embargo, estoy disfrutando (volver a releer el párrado anterior, acerca de lo beneficioso del entrenamiento, tantas veces como sea necesario, uno termina creyéndoselo, y todo). Pero otro pequeño susto, un niño montado en un pony, con un señor mayor (¿su padre?) caminando a su derecha, me aparece al doblar una curva, metido bastante en mi carril, y haciendo movimientos nerviosos hacia el centro de la calzada, justo por donde voy yo queriendo coger más velocidad, y grito “¡cuidado con el caballo, host*a!”, porque, aparte de mí, hay mucha más gente pasando por esa zona, y hay que tener un poco de precaución, sobre todo, teniendo en cuenta que te encuentras con esas situaciones de repente, y no sabes bien cómo vas a reaccionar, está clarísimo. Escucho algún improperio por parte del señor que acompaña al niño, aunque pienso que tampoco he dicho nada realmente ofensivo, y tengo motivos de sobra para advertir.




Bajo rapidísimo por La Tablía, saludo a los amigos, y encaro la subida al faro de Suances, en dirección a boxes, sobrepasando en este momento a Pablo, del BENDER. Sin embargo, sale a correr unos metros por delante de mí, junto con su compañero Marsella, totalmente a la par. Hago el 27º mejor parcial en bici.

El recorrido a pie de este triatlón, de 8 kilómetros, también es muy pegajoso, no es posible nunca coger ritmo constante. Voy justo detrás de los dos chicos del BENDER, aunque veo que Pablo va un poco más rápido, y yo sobrepaso a Miguel Marsella justo al comenzar la cuesta de 400 m antes del giro, le aliento un poco, y sigo para arriba. La verdad es que, para ser una carrera dura, no me noto tampoco como que pueda ir forzando al límite, creo que voy dosificando, por si necesitase, al final, algo más de chispa, inconscientemente.




Me cruzo con los primeros, a la vuelta, Felipe Santamaría (BUELNA BATHCO), y muy cerca Gorka Bizkarra (SANTANDER), que creo será el que se lleve el gato al agua, al final, como así resultará. Un poco más atrás, viene el jovencísimo Sergio Correa, también del SANTANDER, al que no me parece que le vayan a bajar del tercer puesto final, a juzgar por la distancia que saca a los siguientes.

Poco a poco me va empezando a molestar la planta del pie derecho. Las playeras SKECHERS, cómodas, y válidas para correr sin calcetines, pero cuya plantilla derecha me roza. El día anterior, ya me hizo una pequeña marca, pero nada serio, aparte que hice simplemente un trote de 30 minutos, pero en carrera, fue a más. Afortunadamente, no me impidió seguir al ritmo que quise, pero, eso sí, al descalzarme en meta, en carne viva.

Solucionado en casa por la tarde con unos brochazos de “Betadine” y una venda, para evitar roces no deseados. ¿Nunca os ha pasado que se os aparece el Sr. Murphy, el de las leyes, disfrazado de Julio Iglesias, y os dice…?




La carrera a pie es, dentro del sufrimiento, la más agradecida, para mí, porque es la que mejor te deja compartir esa agonía con los demás que corren y compiten contigo. Unas palabras, una palmada, un pulgar hacia arriba, hay quien no puede ni hablar (no es mi caso, yo siempre procuro tener buenas palabras con los que me cruzo). Veo a Pablo Martín, Manolo Ramos y Martín Ramos (los 3 del CAMARGO ASTILLERO), César Bolívar (OZONO), José Luis Cruz y Pedro (ambos de LA MAREA AZUL), mis compañeros de equipo, por supuesto (Cazorla va entre los 10 primeros, carrerón el suyo), en fin, nos conocemos la mayoría, y estamos todos en la misma lucha, ahora sí, contra nosotros mismos.

Justo alcanzo a mi amigo Juan de Hoyos (LA MAREA AZUL) a la altura de la casa de nuestro amigo Regino, y le abrazo unos metros, qué casualidad que justo sea aquí, delante de los que nos están animando. El gran aprecio que siento por Juan, se lo intento transmitir esos breves instantes, y sobre todo a él, que sufre muchísimo, a pie.

Justo después me alcanza el primer clasificado, Gorka Bizkarra (TRIATLÓN SANTANDER), una apisonadora, al que felicito cuando me sobrepasa, gran persona. Giro, y a por la última vuelta.

Me doy cuenta de que estoy en tierra de nadie, puesto que he adelantado a gente, pero creo que, por el ritmo que llevan, deben ir con vuelta perdida, o eso me parece a mí (así fue, sólo a Miguel, del BENDER, realmente le gané un puesto en la clasificación final). Me limito a ir con el piloto automático, charlo unos cuantos metros con Íñigo Calderón, no hay prisa; Pablo, del BENDER, me saca unos 200 m, y no voy a ser capaz de recortarle, ni tampoco nadie parece que me vaya a incordiar a mí, así que aprieto en el último kilómetro, ya para llegar a meta.




No tengo ni idea de mi puesto, y creo entender que he llegado sobre el 20. No me lo creo. Nos felicitamos Pablo Gutiérrez y yo, sabemos desde hace tiempo que estamos en un nivel muy similar, y va a estar entretenido competir este año. Finalmente, hice el 26º mejor parcial corriendo, y logré el puesto 18 de la clasificación general final.

Esto me hace confirmar la impresión que saqué desde que empecé en 2012 en este deporte: no se puede nadar y correr medianamente bien, si luego en la bici lo tiras por la borda. En esta ocasión, fui muy regular en los 3 sectores, o mejor dicho, la bici conseguí hacerla a la altura de las otras dos disciplinas, eso fue lo que me mantuvo.

Mi compañero Cazorla ha entrado el 8º, vaya puestazo. Detrás de mí Álex, en su estreno (creo que ha terminado muy contento, aunque cansado, jaja, ¿qué esperabas?), Cornejo, Aitor y la sufridora de las sufridoras, Cris, que estuvo luchando mucho tiempo contra las ganas de retirarse, y con gran coraje se propuso terminar. Y lo consiguió, por supuesto. Enhorabuena a todos.

La “sobremesa” se alarga, como siempre ocurre, yo no suelo tener prisa por recoger, y me dedico a charlar, visto, además, que se ha metido la niebla en la playa, y mis planes de toalla y tostadero se han fastidiado. Los cambio por ir de comida con los amigos, así que me acerco con el coche a casa de mi amigo Juan de Hoyos, a guardar la bici en su garaje, y caigo en la cuenta de un detalle. Repaso mentalmente los que han llegado delante de mí a meta, y no visualizo a muchos de mi categoría que me hayan ganado (concretamente sólo pensaba en dos). Lo cual, podría significar que subiría al pódium como 3º veterano 1, que me hacía mucha ilusión, para qué negarlo.

Rápidamente llamo a mi amigo Marcos, que sabía que aún permanecía en la zona de premios, y me lo confirma. Así que, más rápidamente todavía, voy con el coche hacia los boxes (pasando los pueblos de 3 en 3, como decía mi abuelo), menos mal que mi amigo vive cerca… Debió ser muy cómico, entregaron los premios, el mío lo dejaron aparte, me tiré, casi literalmente, en marcha del coche (gracias, Aitor), de dos saltos subí al templete, me entregaron la copa, apretón de manos al alcalde de Suances y a otro señor más, y mini-momento de gloria.
Con qué poco me conformo. Así da gusto.




Agradezco, en especial, a Josué Castillo, mi entrenador, porque me está sacando un rendimiento por el que ni yo mismo apostaba (aún queda, sólo ha sido la primera carrera del año, pero un muy buen comienzo), y a mi compañero y gran amigo Alfonso Calonge, porque siempre le gusta acompañar en las carreras, anima como un bestia, te aconseja, te da referencias… y te presta unas buenas ruedas para la bici, jeje (aunque sólo sea por el factor psicológico, uno piensa que va a ir como un tiro con ellas).

También, por supuesto, muchísimas gracias por los ánimos de mis amigos y conocidos, a pie de carretera, varios de ellos compartiendo entrenos. No he sido capaz de reconocer todas las caras, tan metido iba en mi papel hoy, lo siento. Espero que todos os deis por aludidos, en el buen sentido, y me lo recordéis la próxima vez que nos encontremos.

Me esperan 5 semanas frenéticas, a partir del día 21 de junio, porque en todas ellas tenemos triatlones: Laredo, Buelna, Somo, Riaño y Colindres. Pero para eso estamos entrenando como locos, ¿no?, a ver quién es el guapo que se baja ahora del tren en marcha. Como bien dice mi amiguete Manolo Ramos: “vamos, señora, enséñeme la caja, que aquí hemos venido a jugar”.

Buenos deportistas, mejores personas. Un abrazo.

PD. Fotos por cortesía de Pedro Marcano, Ruth Cruz, Cris Ruiz, Noe Mediavilla, Sara Ruiz, Rafa Lavín y Regino Aristayeta. ¡Muchas gracias!