Ya sé que no me vais a creer, si
os digo que hubiese firmado terminar entre los 40 primeros en el primer
triatlón de la temporada en Cantabria, el de Suances, soy consciente. Pero es
la verdad.
Uno se machaca, en la medida de
sus posibilidades, parece sentirse fuerte, pero luego llegan los bofetones de
los demás, en sentido figurado, claro, y te ponen en el lugar que te
corresponde.
Después de dos semanas de carga
intensa, esta última antes de la carrera fue de asimilación, y lo cierto es que
me vino de maravilla. Los dos días de
bici, ambos de 2 horas de paseo… pues salieron “algo” más rápidos de lo
previsto, casi 60 km el primer día a más de 29 km/h de media… pero el jueves,
con los acoples de larga distancia recién montados en la bici, postura agresiva,
muchas ganas y poco conocimiento (marca de la casa), otros 60 km, a casi 33,5
km/h, con las sensaciones de mi pico de forma del septiembre pasado, es decir,
algo más que buenas… y aún me quedan 3 semanas para el primer gran objetivo del
año.
Además, dispuse de un arma nueva,
unas ruedas de perfil 50 que me prestó mi amigo Calon, y que tenía ganas de
poder aprovechar. Algo más pesadas que mis “hierros” habituales, pero mucho más
efectivas, claramente. Rígidas y con un aplomo en la dirección que da muchísima
confianza trazando las curvas.
Jornada perfecta de climatología,
la del pasado domingo 8 de junio. Día despejado, unos 20 ºC, sin apenas viento…
ideal. El único problema era el mar, que sí que estaba algo revuelto, no de
corrientes, pero sí de oleaje molesto, y bastante continuo.
Por mi equipo del TRIATLÓN COSTA
QUEBRADA, participamos Cris, Cazorla, Cornejo, Aitor, Álex y yo.
Sin incidencias importantes en
los momentos previos a llegar a Suances, coger dorsal, gorro, chip, saludar a
los numerosos amiguetes, etc. Es un placer disputar carreras en zona conocida,
y, para mí, siento que el triatlón de Suances es el que representa, en mi caso,
“correr en casa”, aparte que, no en vano, he vivido allí 5 años.
La ceremonia habitual, tras la
entrada a boxes, colocando la bici, zapatillas con gomas, barrita para comer,
ponchera,… Algún consejo a mi compañero de equipo Álex, nos enfundamos el
neopreno, y rápidamente para la orilla de la playa de Los Locos, que, como
digo, estaba un poco cabreada.
No tengo tiempo para dar unas
brazadas de calentamiento, puesto que avisa el presidente de la Federación
Cántabra a reunirnos en la orilla, para las indicaciones y dar la salida.
Estiro un poco, y a visualizar la trayectoria a seguir. Se trataba de un
circuito de 600 m, en triángulo delimitado por boyas, al que había que dar dos
vueltas, pisando casi la orilla, resultando 1.200 m totales (1.000 m me marcó a
mí el GPS).
Hay hechos que se dan por
socialmente aceptados: ir de rabas y blancos los domingos a mediodía (con o sin
ceremonia religiosa), hacer cola en las fiestas de los pueblos en las que se
hacen gratis paelladas, chorizadas, salchichadas, sardinadas,… y ponerse a
reventar, hablar del tiempo cuando no se sabe qué decir… y dar las salidas de
los triatlones en Cantabria a traición, que es como más nos gusta, sí señor.
Pues bueno, ni tan mal, esta vez.
Estuve listo, y me coloqué justo detrás de los gallos (Bizkarra, Min, Román,
Correa, mi compañero Cazorla, Barroso), con la vista al frente, pendiente nada
más que de ellos, y, sorprendentemente, no me sobresaltó el bocinazo de salida,
no hubo susto, esta vez.
En el breve transcurso de tiempo,
desde que nos agruparon en la arena, hasta que se dio la salida, poco a poco,
fuimos todos metiéndonos al agua, hasta casi tener las olas rompiendo en la
cadera, así que comenzamos algo patosos, peleando con las olas, no tuve la
sensación de un inicio desenfrenado, como otras veces. Ni un solo golpe, ni
patada, demasiado bonito, para ser verdad.
No es que sea un excelente
nadador, pero sí que es cierto que saco más rendimiento de las aguas
tranquilas, que no era precisamente lo que tuvimos en Los Locos, así que fui
avanzando, sin referencia cercana de prácticamente nadie, es decir, no pude
sacar ventaja de ir a pies de ningún otro triatleta, aparte que, con la
desorientación, no sé si era yo, los demás, o todos, nos desviábamos
constantemente de la línea de mínimo recorrido entre boyas, por lo que cada uno
a hacer su guerra, que bastante tenía con salir vivo de ella.
Casi terminando la primera vuelta, me sorprende una ola, ya totalmente rota, pero con mucha fuerza, y me encuentro rodeado de espuma, tragando agua, y con las gafas despedidas. Perfecto. Menos mal que era una zona en la que ya era capaz de hacer pie, aunque a duras penas, pero me vuelvo, maldiciendo a gritos (sí, yo también), y cuando estoy decidido a hacer toda la segunda vuelta sin las gafas (y con el riesgo de perder las lentillas que utilizo), la espuma se disipa levemente, y justo al alcance de la mano, aparecen flotando. Para hacerse una pequeña idea, un vídeo de www.triatloncantabro.es (en el segundo 48, más o menos, se me ve a mí volviendo atrás a recoger las gafas que encontré flotando):
Casi terminando la primera vuelta, me sorprende una ola, ya totalmente rota, pero con mucha fuerza, y me encuentro rodeado de espuma, tragando agua, y con las gafas despedidas. Perfecto. Menos mal que era una zona en la que ya era capaz de hacer pie, aunque a duras penas, pero me vuelvo, maldiciendo a gritos (sí, yo también), y cuando estoy decidido a hacer toda la segunda vuelta sin las gafas (y con el riesgo de perder las lentillas que utilizo), la espuma se disipa levemente, y justo al alcance de la mano, aparecen flotando. Para hacerse una pequeña idea, un vídeo de www.triatloncantabro.es (en el segundo 48, más o menos, se me ve a mí volviendo atrás a recoger las gafas que encontré flotando):
Señores de SPEEDO, gracias por
hacerlas tan sumamente ligeras, aunque hubiese sido todo un detalle añadirles
una boya, o una bengala… Las coloco, mientras sigo avanzando unos metros a pie,
y rápidamente sigo nadando, hasta completar la primera de las vueltas en la
orilla. No he perdido más que unos 15 o 20 segundos, aquí no ha pasado
absolutamente nada.
Ni que decir tiene, que no
conozco a nadie de los que llevo inmediatamente delante, y que, al incorporarse
y poder ver de espaldas, no me dan más pistas que la marca de sus neoprenos,
así que continúo con cero referencias toda la segunda vuelta, y nuevamente en
solitario, pero esta vez sí que no tengo percances con las olas. De hecho, no
recuerdo que me sobrepase ninguna hasta tocar la orilla por última vez, algo
extraño.
De todas formas, el mar se cobra
sus víctimas, puesto que hay algunos abandonos, me dicen después de terminar.
Al pisar la arena, decido
quitarme allí mismo el traje, pensando que seguramente me sea un poco más
sencillo subir todas las escaleras de acceso al parking de encima de la playa,
donde se encuentran los boxes, sin la tirantez en las piernas del ajustado
neopreno. Es curioso lo pesados que se pueden hacer estos escalones, no sé
cuántos serán, pero entre que subes agitado por el esfuerzo y la tensión, y que
no son de huella regular, sino cada uno de diferente medida, llegas arriba
infartado. Hago el 20º mejor tiempo, de 108 triatletas que finalizamos.
De un salto me monto en la bici,
30 kilómetros rompepiernas nos esperan por delante. Me parece escuchar por
megafonía que sale detrás de mí Javier Hoz, del TRIATLÓN SANTANDER, que no es cojo,
precisamente, pero no tengo ni idea de en qué posición estoy, así que toca
esperar a encontrarse con los primeros en bici, ya que es un recorrido de ida y
vuelta. Qué diferencia con esta carrera hace dos años (el pasado 2013 se tuvo
que aplazar a septiembre, y me fue imposible correrla), experiencia, kilómetros
acumulados, bici más ligera. Subo la primera rampa muy suelto, y sin ahogarme,
me acoplo al llegar a La Tablía, saludo a mis amigos Regino, María y Bea, que
están a pie de carretera, y comienzo con las dos rampitas que nos van a llevar
al pueblo de Tagle, con plato, ¡madre mía! Como digo, vaya diferencia, el tener
fuerza en las piernas y el corazón más entrenado.
Me adelanta un chico con cabra,
al cual no conozco, y al que rápidamente veo que no juega en mi liga (o eso me
parece, ya que le sobrepasé algo más tarde), por lo que se aleja, poco a poco,
pero no me preocupa en absoluto. Adelanto yo a dos chicas (perplejo, me quedo,
no es posible que hayan nadado tan rápido, pero estaban corriendo ya
descalificadas, puesto que no habían completado todo el sector de natación, por
temor al oleaje, y se les permitió continuar en carrera), al bueno de Íñigo
Calderón, del UNIVERSIDAD DE CANTABRIA, muy buen nadador, pero que va sufriendo
en bici lo suyo, le animo, y sigo. Llegando a Tagle, pasando por uno de los
numerosos pasos de cebra con resalte, escucho detrás que se me ha caído la
ponchera, le pido perdón al que me lo comunica, por si le hubiese estorbado, y
me lo agradece adelantándome, Miguel Marsella, del BENDER, tomo nota, jeje.
A pesar de haber perdido la
bebida, nada más empezar, no me preocupo lo más mínimo, porque he estado
bebiendo continuamente la última hora, y hasta justo antes de bajar a la playa,
aparte que, con un circuito tan corto, no es algo que hiciese echar a perder la
carrera. Confiaba en beber agua que da la organización en el circuito a pie,
para poder tragar el gel que llevaba para el final, y con eso fue más que
suficiente.
Acto seguido, me adelanta otro
animal: Juanra, del POLANCO, gran amigo mío, y que ya nos conocemos muy bien,
puesto que se repite siempre la misma historia en todas las carreras, y me
anima al pasar, pero ya sé que no puedo cebarme en intentar seguirle, no es
buen plan, y además no noto ir demasiado mal. También me pasa Nacho, del SVC,
ascendiendo la mini rampa de entrada a Ubiarco, que tiene un desnivel bastante
pegajoso. Cruzamos el pueblo, y llegamos al minipuerto que lo comunica con la
parte alta de Santillana del Mar, no excesivamente duro, ni largo, pero que ya
obliga a tirar un poco más de desarrollo.
Al tener una parte recta larga,
me permite comprobar que llevo a cien metros a Miguel Marsella, y a otro
compañero de su equipo, que deduzco que es Pablo Gutiérrez, porque me parece
apreciar que lleva cabra, y por la posición en carrera, que me encaja bastante.
No me equivocaba. Justo en ese momento me pasa Javier Hoz, le animo, y sin
apenas darme cuenta corono, y comienzo el tramo ligeramente descendente que nos
lleva a Camplengo. Aprovecho para comer la barrita energética, a palo seco,
claro está, menos mal que no las hacen con la consistencia de los polvorones,
porque…
Y veo muy factible mantener la
referencia con los dos chicos del equipo BENDER, sin descartar a Javi Hoz, al
cual tampoco veo excesivamente fuerte, este día. Me lanzo como un loco,
acoplado, bajando la cuesta de Las Quintas, que nos lleva a Queveda, y llegando
abajo, me empiezo a cruzar con los primeros, y voy contando mentalmente, hasta
que llego al cono de Viveda, donde se da la media vuelta, y veo que voy sobre
el 25. No me lo creo, queda la mitad del sector de bici, me estoy encontrando
fuerte, más luego toda la carrera a pie, que normalmente me da alguna que otra
alegría, y veo que me está saliendo una competición muy muy aceptable, mejor de
lo inicialmente esperado.
Es curioso, cuando te encuentras
de frente con los primeros, te parece un mundo lo que te van sacando, aparte
que sabes que no vas a poder alcanzarlos. Pero, sin embargo, te resultan muy
amenazadores los que llevas por detrás, a los cuales te vas encontrando tú de
frente, justo después de dar el giro.
Volvemos a subir Las Quintas, y
Camplengo, y adelanto a unos pocos chicos (entre ellos el de la cabra que fue
el primero que me adelantó, nada más salir de Suances), más moral al saco, por
supuesto, y con la referencia, en todo momento, de los dos BENDER, que se
reduce poquito a poco. Al llegar al alto de Yuso, me alcanza Isra Lastra,
increíble ciclista, pero, por suerte, para mí, no tan fino nadando, jaja. Me
deja poco a poco, otra historia repetida, y que entra dentro de lo normal. Yo me
acoplo, y empiezo a tensar, pues tengo a Pablo Gutiérrez a escasos 20 m, pero
su cabra se embala bajando, y me vuelve a descolgar. Llegamos de nuevo a Tagle,
y compruebo, satisfecho, que no llevo a nadie por detrás, sigo haciendo una
buena bici, me han adelantado triatletas mejores que yo, de siempre, lo que es
lógico, pero mantengo bien distancias con los más asequibles, y recorto
posiciones.
Inaudito, para mí, pero debe ser
que entrenar va a resultar efectivo, quién lo iba a decir.
Callejeamos por Tagle, y ya estoy
pensando en la bajada de La Tablía, que significa que ya está hecha la bici, a
la que tanto miedo tenía, y que, sin embargo, estoy disfrutando (volver a
releer el párrado anterior, acerca de lo beneficioso del entrenamiento, tantas
veces como sea necesario, uno termina creyéndoselo, y todo). Pero otro pequeño
susto, un niño montado en un pony, con un señor mayor (¿su padre?) caminando a
su derecha, me aparece al doblar una curva, metido bastante en mi carril, y
haciendo movimientos nerviosos hacia el centro de la calzada, justo por donde
voy yo queriendo coger más velocidad, y grito “¡cuidado con el caballo, host*a!”,
porque, aparte de mí, hay mucha más gente pasando por esa zona, y hay que tener
un poco de precaución, sobre todo, teniendo en cuenta que te encuentras con
esas situaciones de repente, y no sabes bien cómo vas a reaccionar, está
clarísimo. Escucho algún improperio por parte del señor que acompaña al niño,
aunque pienso que tampoco he dicho nada realmente ofensivo, y tengo motivos de
sobra para advertir.
Bajo rapidísimo por La Tablía,
saludo a los amigos, y encaro la subida al faro de Suances, en dirección a
boxes, sobrepasando en este momento a Pablo, del BENDER. Sin embargo, sale a
correr unos metros por delante de mí, junto con su compañero Marsella,
totalmente a la par. Hago el 27º mejor parcial en bici.
El recorrido a pie de este
triatlón, de 8 kilómetros, también es muy pegajoso, no es posible nunca coger
ritmo constante. Voy justo detrás de los dos chicos del BENDER, aunque veo que
Pablo va un poco más rápido, y yo sobrepaso a Miguel Marsella justo al comenzar
la cuesta de 400 m antes del giro, le aliento un poco, y sigo para arriba. La
verdad es que, para ser una carrera dura, no me noto tampoco como que pueda ir
forzando al límite, creo que voy dosificando, por si necesitase, al final, algo
más de chispa, inconscientemente.
Me cruzo con los primeros, a la
vuelta, Felipe Santamaría (BUELNA BATHCO), y muy cerca Gorka Bizkarra
(SANTANDER), que creo será el que se lleve el gato al agua, al final, como así
resultará. Un poco más atrás, viene el jovencísimo Sergio Correa, también del
SANTANDER, al que no me parece que le vayan a bajar del tercer puesto final, a
juzgar por la distancia que saca a los siguientes.
Poco a poco me va empezando a
molestar la planta del pie derecho. Las playeras SKECHERS, cómodas, y válidas
para correr sin calcetines, pero cuya plantilla derecha me roza. El día
anterior, ya me hizo una pequeña marca, pero nada serio, aparte que hice
simplemente un trote de 30 minutos, pero en carrera, fue a más.
Afortunadamente, no me impidió seguir al ritmo que quise, pero, eso sí, al
descalzarme en meta, en carne viva.
Solucionado en casa por la tarde con
unos brochazos de “Betadine” y una venda, para evitar roces no deseados. ¿Nunca
os ha pasado que se os aparece el Sr. Murphy, el de las leyes, disfrazado de
Julio Iglesias, y os dice…?
La carrera a pie es, dentro del
sufrimiento, la más agradecida, para mí, porque es la que mejor te deja
compartir esa agonía con los demás que corren y compiten contigo. Unas
palabras, una palmada, un pulgar hacia arriba, hay quien no puede ni hablar (no
es mi caso, yo siempre procuro tener buenas palabras con los que me cruzo). Veo
a Pablo Martín, Manolo Ramos y Martín Ramos (los 3 del CAMARGO ASTILLERO),
César Bolívar (OZONO), José Luis Cruz y Pedro (ambos de LA MAREA AZUL), mis
compañeros de equipo, por supuesto (Cazorla va entre los 10 primeros, carrerón
el suyo), en fin, nos conocemos la mayoría, y estamos todos en la misma lucha,
ahora sí, contra nosotros mismos.
Justo alcanzo a mi amigo Juan de
Hoyos (LA MAREA AZUL) a la altura de la casa de nuestro amigo Regino, y le
abrazo unos metros, qué casualidad que justo sea aquí, delante de los que nos
están animando. El gran aprecio que siento por Juan, se lo intento transmitir
esos breves instantes, y sobre todo a él, que sufre muchísimo, a pie.
Justo después me alcanza el
primer clasificado, Gorka Bizkarra (TRIATLÓN SANTANDER), una apisonadora, al
que felicito cuando me sobrepasa, gran persona. Giro, y a por la última vuelta.
Me doy cuenta de que estoy en
tierra de nadie, puesto que he adelantado a gente, pero creo que, por el ritmo
que llevan, deben ir con vuelta perdida, o eso me parece a mí (así fue, sólo a Miguel,
del BENDER, realmente le gané un puesto en la clasificación final). Me limito a
ir con el piloto automático, charlo unos cuantos metros con Íñigo Calderón, no
hay prisa; Pablo, del BENDER, me saca unos 200 m, y no voy a ser capaz de
recortarle, ni tampoco nadie parece que me vaya a incordiar a mí, así que
aprieto en el último kilómetro, ya para llegar a meta.
No tengo ni idea de mi puesto, y
creo entender que he llegado sobre el 20. No me lo creo. Nos felicitamos Pablo
Gutiérrez y yo, sabemos desde hace tiempo que estamos en un nivel muy similar,
y va a estar entretenido competir este año. Finalmente, hice el 26º mejor
parcial corriendo, y logré el puesto 18 de la clasificación general final.
Esto me hace confirmar la
impresión que saqué desde que empecé en 2012 en este deporte: no se puede nadar
y correr medianamente bien, si luego en la bici lo tiras por la borda. En esta
ocasión, fui muy regular en los 3 sectores, o mejor dicho, la bici conseguí hacerla
a la altura de las otras dos disciplinas, eso fue lo que me mantuvo.
Mi compañero Cazorla ha entrado
el 8º, vaya puestazo. Detrás de mí Álex, en su estreno (creo que ha terminado
muy contento, aunque cansado, jaja, ¿qué esperabas?), Cornejo, Aitor y la
sufridora de las sufridoras, Cris, que estuvo luchando mucho tiempo contra las
ganas de retirarse, y con gran coraje se propuso terminar. Y lo consiguió, por
supuesto. Enhorabuena a todos.
La “sobremesa” se alarga, como
siempre ocurre, yo no suelo tener prisa por recoger, y me dedico a charlar, visto,
además, que se ha metido la niebla en la playa, y mis planes de toalla y
tostadero se han fastidiado. Los cambio por ir de comida con los amigos, así
que me acerco con el coche a casa de mi amigo Juan de Hoyos, a guardar la bici
en su garaje, y caigo en la cuenta de un detalle. Repaso mentalmente los que
han llegado delante de mí a meta, y no visualizo a muchos de mi categoría que
me hayan ganado (concretamente sólo pensaba en dos). Lo cual, podría significar
que subiría al pódium como 3º veterano 1, que me hacía mucha ilusión, para qué
negarlo.
Rápidamente llamo a mi amigo
Marcos, que sabía que aún permanecía en la zona de premios, y me lo confirma.
Así que, más rápidamente todavía, voy con el coche hacia los boxes (pasando los
pueblos de 3 en 3, como decía mi abuelo), menos mal que mi amigo vive cerca…
Debió ser muy cómico, entregaron los premios, el mío lo dejaron aparte, me
tiré, casi literalmente, en marcha del coche (gracias, Aitor), de dos saltos
subí al templete, me entregaron la copa, apretón de manos al alcalde de Suances
y a otro señor más, y mini-momento de gloria.
Con qué poco me conformo. Así da
gusto.
Agradezco, en especial, a Josué
Castillo, mi entrenador, porque me está sacando un rendimiento por el que ni yo
mismo apostaba (aún queda, sólo ha sido la primera carrera del año, pero un muy
buen comienzo), y a mi compañero y gran amigo Alfonso Calonge, porque siempre
le gusta acompañar en las carreras, anima como un bestia, te aconseja, te da
referencias… y te presta unas buenas ruedas para la bici, jeje (aunque sólo sea
por el factor psicológico, uno piensa que va a ir como un tiro con ellas).
También, por supuesto, muchísimas
gracias por los ánimos de mis amigos y conocidos, a pie de carretera, varios de
ellos compartiendo entrenos. No he sido capaz de reconocer todas las caras, tan metido iba en mi
papel hoy, lo siento. Espero que todos os deis por aludidos, en el buen
sentido, y me lo recordéis la próxima vez que nos encontremos.
Me esperan 5 semanas frenéticas,
a partir del día 21 de junio, porque en todas ellas tenemos triatlones: Laredo,
Buelna, Somo, Riaño y Colindres. Pero para eso estamos entrenando como locos,
¿no?, a ver quién es el guapo que se baja ahora del tren en marcha. Como bien
dice mi amiguete Manolo Ramos: “vamos, señora, enséñeme la caja, que aquí hemos
venido a jugar”.
Buenos
deportistas, mejores personas. Un abrazo.
Ese César, siempre de verbo fácil y retranca fina fina jajajajaaj!!... muchas felicidades por el carrerón y te deseo que seas "triatleta revelación del año"... olé tus cohones, gladiador!!
ResponderEliminarAnda, anda, ¡que no es para tanto! jaja. Gracias, tío
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