viernes, 12 de septiembre de 2014

I Triatlón de Logroño

Vamos a por un poco de música, para hacer este rollo algo más llevadero, que bastante ladrillo os vais a tragar ya: PLAYLIST

Bueno, con ilusión, aunque algo cansadete ya, preparé el Triatlón Doble Olímpico de Logroño, en el que competí el pasado domingo 7 de septiembre. Las distancias, un poco peculiares, debidas a los recorridos establecidos por la organización: 3000 m – 83 km – 15 km.

Natación en el embalse de La Grajera (3 vueltas de 1000 m), circuito de bici por Logroño, Lardero, Entrena, Nalda, Alberite, y vuelta a Logroño (dos vueltas de unos 40 km), circuito de carrera por las calles peatonales de Logroño y un parque junto al río Ebro (dos vueltas de 7,5 km).


Para allá que nos fuimos mi amigo Oliver y yo, junto con su novia Carmen. Disfrutando de la nacional N-232, fui como un señor, ojalá siempre pudiera ir sin prisa a los destinos, e ir gozando del recorrido, como Vladimir (¿te gusta conducir, Angela?).

Y, nada más llegar por la tarde del sábado, un calorazo del copón, 30 y pico grados, que por la noche “bajaron” a 25 ºC. Genial, con lo mal que duermo yo con esas temperaturas. Y otro problemilla más: no hubo forma de congelar el bidón de isotónico, que siempre hago la noche antes de las carreras, para que, cuando llegue el momento de beber de él, ya en la bici, esté aún fresco. Pero no, remedio casero, compré un par de bolsas de hielo, aunque no hice gran cosa.

El briefing, tras recoger el dorsal, nos resultó un poco pestoso, así que decidimos ir a cenar a un italiano, algo ya marca de la casa. Al menos, de la mía, jaja. Me suelen sentar muy bien esos hidratos la noche antes. Un heladito de postre, y a dormir a las 23.

Me desperté a las 5:30, metiéndome galletas a martillazos, para llegar bien a la salida de las 9:05. Antes de las 6:30 estaba con Oli en su furgo, yendo al embalse, puesto que nos abrían boxes a las 7. Noche cerrada, nos mirábamos unos a otros pensando si no habría que nadar con una frontal, jaja.

Recordar que este triatlón, en su primera edición, constaba de las modalidades sprint y olímpico (con drafting permitido), más una media distancia, el doble olímpico (sin drafting), en el que nosotros participábamos. 300 valientes (o calientes, no sé), competíamos en este último, para un total de 800 deportistas en las 3 competiciones.

Personalmente, había echado un par de cálculos. Uno, el lógico-reservón, para terminar en el entorno de las 4:30 horas en total, y otro, el de “todo ha salido como Dios”, de unas 4:15 horas. Solamente decir que, en el caso de completar el triatlón en 4:15 horas, hubiese significado quedar en el puesto 10º, aunque eso, claro está, no podía saberlo.

Entrada a boxes sin novedad, saludo a Choco (TRIFLAVI), uno de los pocos conocidos que iba a encontrarme en esta carrera, y un paseo hasta el embalse, para reconocer un poco el terreno de batalla. Es aquí donde me encuentro con la magnífica fotógrafa Nuria (La Distancia + Larga Entre Ayb), que tantas y tan buenas fotos nos saca, por la cara, en las competiciones.

Me zampo una barrita, antes de colocarme el neopreno. Veo, como siempre, a la gente algo nerviosa, tensa, y yo tan feliz. Tantos días de palizas para este momento, como para ponerme ahora serio, no fastidies, jaja. Sí que es verdad que estaba un poco mosca, ya que, a la anulación del Triatlón Buelna, y la retirada en el Triatlón de Riaño, esta era la última bala que me quedaba, para poder hacer algo digno en una prueba de media distancia, durante 2014, y no quería fallar.

De camino al embalse, listos para la salida, nos encontramos con algún compañero de Reinosa, que competía en el triatlón olímpico. Sin darnos cuenta, salen las chicas del doble olímpico, y 10 minutos más tarde, más o menos, nos toca a nosotros.

Como es habitual en mí, me coloco en segunda fila, justo detrás de Raúl Amatriain, el que, a la postre, quedaría segundo. Salida, un poco a traición, (¡viva Cantabria!), y a por la primera boya. Nado sin darme mucha caña, no me noto mal, pero creo que, mentalmente, quiero ir relativamente cómodo en los 3000 m, y coger la bici a tope.

Las 3 vueltas al recorrido de 1000 m teóricos, se pasan bastante rápido. En el momento de hacer la mitad de la segunda, por mi izquierda me adelanta el primero de los competidores del triatlón olímpico (que salían después de nosotros, con gorro amarillo; los del doble olímpico llevábamos gorro azul), intento seguir sus pies, pero… tarea imposible, vaya velocidad, jaja.

Se repite la misma historia de casi siempre, no tengo rapidez para ir con los primeros, pero sí que voy en el grupo perseguidor, a ratos solo, a ratos a pies de alguien. Lo tengo claro, nunca me abrasaré en intentar cazar a un grupo delantero yo solo, es una paliza inútil. Si puedo recortar distancia a base de seguir a alguien más rápido, perfecto. Si no es así, también perfecto. Pero trato de economizar esfuerzo.

En mis previsiones, estaba hacer la natación en unos 50 minutos. El resultado fue de algo más de 52 minutos, pero contando con el acceso desde el lago hasta la alfombrilla de cronometraje, todo bajo control. Posición 55 en natación. Larga transición hasta boxes, por lo que decido quitarme el neopreno casi al principio.

Rápidamente, a la bici, y pequeño lío con el pulsómetro, perdiendo unos segundos en volverlo a poner en condiciones. Es una manía, pero me gusta tener el track completo de toda la carrera, una vez terminada.

Tramo de enlace rápido hasta Logroño, me noto que voy volando. Giro por las calles de la ciudad, y salimos camino de Lardero, con una leve pendiente ascendente, pero nada dura. A mitad de pueblo, breve subida, en la que meto plato pequeño y no me complico: cadencia, molinillo, piernas sueltas, que esto es muy largo. A pesar de todo, no noto la frescura de otros días, no sé si por la emoción de notar ir rápido o bien por obligarme, precisamente, a ir rápido a mí mismo.

El caso es que, aunque adelanto a gente, las piernas están algo tensas aún, espero no forzar demasiado.

En el tramo de Lardero a Entrena (¿que entrene?¿más?), algún tobogán, y ocurre algo curioso. Claro, compartimos circuito ciclista las 800 personas que participamos, y presencio verdaderas romerías: grupos de triatletas de sprint y olímpicos, junto con otros, como yo, que hacíamos la modalidad larga, y debíamos ir sin chupar rueda. Lamentable, cómo algunos de los “míos” se colocaban a cola de grupos de ciclistas, ¿para qué? No lo entiendo, sinceramente.

Cada vez que me encuentro con un grupo así, me desplazo al centro de la calzada, sin invadir el carril contrario, y, en cuanto puedo adelantar, aviso, me dejan paso y cero problemas. Y lo más importante, cero ilegalidad. No lo veo tan difícil.

En este tramo de toboganes, me ocurre una situación bastante cómica. Adelanto a un grupo de 8 o 10 chicos que van a rueda, y en cuanto llega un tramo de subida, bajo el ritmo, relajo piernas, y me vuelven a adelantar, hasta que coronamos, me embalo, y los vuelvo a rebasar. Así, unas cuantas veces, no sé qué pensarían, jaja.

En esta zona sobrepaso al bueno de Choco, que ha hecho una gran natación, y veo que va reservando más caballería que yo, jeje.

Pasamos Entrena y un tramo llano y recto, en el que se aprecia, en el horizonte, una larga hilera de
competidores. Preciosa vista, desde luego. Poco después, rapidísima bajada a Nalda, en la que me lanzo a por los que llevo inmediatamente delante, y me sorprende lo miedosa que es la gente. Y yo, precisamente, no soy temerario bajando. O eso creo.


Girando en el pueblo de Nalda, cogemos la segunda mitad de este circuito circular, levemente favorable de pendiente, pues vamos paralelos al río Iregua, hasta Logroño. Aquí sí que sacamos todos nuestro potencial, de reojo veo en el pulsómetro que vamos a 38-40 km/h, sin ir a tope-tope.

Hasta aquí, bien. Primera vuelta casi hecha. Bebiendo y comiendo regularmente, y con los resaltes de los pasos de cebra y algún bache que me hacen soltar algún que otro juramento (los odio, y tengo un miedo justificado a un pinchazo). Aparte, se me descuelga el portaponcheras de detrás del sillín, por lo que aprovecho el invento casero que me comentó el bueno de Marcos Bardón (artífice de la interesante página TRIATLÓN CÁNTABRO), a saber, llevar el bidón entre las barras de los acoples, sujeto con una goma (en este caso, de unas gafas de natación viejas). Parece que funciona, salvo por un detalle: el hueco entre barras es poco mayor al ancho del bidón, por lo que, en cada bache o paso de cebra elevado, he de hacer equilibrismo, sujetando el manillar con una mano, y con la otra, el bidón (si lo pierdo, desgracia al canto; quedarse sin bebida sería lo último). A pesar de tantas precauciones, dos veces está a punto de caerse el maldito bidón, no sé ni cómo las gomas lo pudieron aguantar, colgando de mala manera. Pero así son las cosas del directo. Yo y mis experimentos el mismo día de la carrera.

Entramos a Logroño, y veo que llevo una media de casi 36 km/h. Ni en la previsión más optimista apostaba por ello. También es cierto que me he cebado, quizá demasiado, a alcanzar a más y más gente. Las piernas no las tengo todo lo descansadas que hubiese deseado, y aún me queda otra vuelta completa de 40 km…

Primer despropósito de la organización. En el giro dentro de Logroño, que marca el inicio de la segunda vuelta, nos dan agua e isotónico. Es como si tienes tos y te arrascas los coj… El agua en un botellín sin tapón y caliente. ¿Qué pretenden que haga con esto?¿Ducharme? Yo contaba con una ponchera, y buscarme la vida para colocarla en la bici, pero con un botellín abierto, que va totalmente suelto en los portaponcheras, no hago nada. Bebo un trago, y a los pocos metros, lo tengo que volver a arrojar a un lateral. Lo dicho. Un despropósito.

Un poco contrariado, tengo que racionar mi propio bidón, para aguantar la segunda vuelta completa, puesto que no hay más avituallamientos en el sector ciclista.

Sin mucha novedad, hago la mitad hasta Nalda, notando, eso sí, que he bajado algo el ritmo. No sé si consciente, o inconscientemente. El caso es que, cuando nos disponemos a afrontar el tramo favorable paralelo al río, el maldito viento aparece, y pega de cara. Gracias, Perico Delgado, no volveré a dudar de tu palabra.

Apretando los dientes, intento no bajar mucho el ritmo. Da rabia, mucha rabia, comprobar lo bien que te va en la primera vuelta, y, tras prometértelas muy felices, ver que, en menos de una hora, cambian las circunstancias de esa manera tan puñetera. Pero bueno, así para todos los demás.

No tengo un día perfecto, lo noto en las piernas, y lo noto en el trasero, porque voy incómodo en el sillín. Es un fastidio no saber “qué día me tocará tener hoy”, y me paso los últimos 20 km, sin poder estar prácticamente quieto sobre el sillín, no encontrando postura cómoda. Algo tendré que hacer al respecto. No dejaba de pensar en que, si me decido a afrontar un Iron Man en 2015, será exactamente el doble de lo hecho este día, así que habrá que espabilar. Y mucho.

Repasando mentalmente, he contado a unos 15 ciclistas de doble olímpico a los que he adelantado, en total, y he sido sobrepasado por 4 o 5. ¡Fíjate en el flete!¡Parece que ha aprendido a dar pedales! Y, lo que más me alegra (y sorprende, a partes iguales), es que la mayor parte de mis víctimas, llevaban cabra de contrarreloj. Demostrado: a mi nivel, no es la flecha, es el indio.

Llego a la T2 de Logroño en un tiempo total de 2:24 horas, con una media de 34,6 km/h, con el 47 mejor parcial de los participantes. Lástima de viento, pero, aún así, un buen tramo, mejor de lo que esperaba, a pesar de no ir perfecto.

Llegamos al Parque del Espolón, en Logroño, con gran ambiente de gente, y casi 35 ºC de calor… La eterna duda: ¿corro con o sin calcetines? Mis playeras son cómodas, y aptas para correr sin ellos, pero… ¿y si me molestan llevado un tiempo? Decido ser conservador, y me siento a ponerme los calcetines, por si acaso.

Salgo con un par de geles en cada mano, a gatillo. Los primeros metros, por la ciudad, muy bonitos, discurriendo por calles peatonales, en las que contrasta la tranquilidad de la gente sentada en las terrazas, y el colorido de nuestros tritrajes, corriendo a escasos metros de ellos. Animan y se agradece mucho, la verdad.

No me va del todo mal el plan, haciendo los primeros 5 km a ritmo de 3 y mucho – 4:10 min/km, adelantando a bastante gente. Pero empieza, desde este momento, a darme flato, y, para colmo, ¿cómo no?, el avituallamiento de la organización con toda la bebida caliente. ¿Alguna vez habéis bebido Coca Cola como caldo? Pues eso: asqueroso. Y los geles no son precisamente fáciles de tragar, sino bastante pastosos.

Empiezo a bajar el ritmo por el flato y por el maldito calor. No sé si no haber bebido más me influyó también, pero el caso es que termino la primera vuelta achicharrado de calor, en 32 minutos, bastante decente, a pesar de todo. Pero veo que se me escapa lo que tenía muy cerca.

A partir de este momento, pincho irremediablemente, busco las sombras como las ovejas, y en la zona del parque, paro en cada fuente, bebiendo, mojándome la cara y la nuca. Qué maldita rabia, de piernas voy bien, pero me ahoga el ambiente. El panorama a mi alrededor no es precisamente de fiesta, vamos todos guapos, jaja.

Me da pena no haber coincidido con mi compañero Oliver, para animarnos mutuamente. El caso es que, en una pequeña rampa del recorrido, pienso fríamente (todo lo fríamente que te permiten 35 ºC al sol, maldita sea mi suerte…), y decido pararme, ir caminando tranquilo, apartarme del sol, beber de las fuentes, etc. Lo que sea, para recuperar sensaciones buenas. Voy por el kilómetro 9, en este momento de tregua obligada.

Durante casi un kilómetro, paso de todo (y me pasan todos, también, jaja). Sólo me concentro en volver a tener fuelle para acabar fuerte. Me digo a mí mismo: te pones a correr el último 5.000 fuerte, es una serie larga más, como todas las que he hecho durante estos meses. No puede ser tan difícil. Me han adelantado unos cuantos, pero arrastrando los pies, ¡a por ellos!

Pongo ritmo de 4 min/km, ya recuperado, lo soporto muy bien. Y me distraigo volviendo a cazar a competidores que llevo por delante. Así, en nada, me planto de nuevo en el Paseo del Espolón, apretando un poco en la recta final.

De la hora en la que pensaba poder hacer estos 15 km, me he ido a 1:11, con el 43 parcial de todos los participantes. El tiempo total, 4:32, prácticamente mi previsión conservadora, que me sirvió para entrar en la posición 41 final.

Tenía entrenos y piernas más que suficientes para poder haber hecho algo más. Pienso que, sin el bajonazo del calor, podría haber hecho un top-20, pero así funciona esto. No hay matemáticas que valgan. Las circunstancias son idénticas para todos, y unos las aprovechan o se adaptan mejor que otros. Fin.

Aun así, muy contento, una buena carrera, en líneas generales. Sé que puedo (y voy) a dar más. Lo he pasado muy bien compitiendo, a pesar del calor, y se puede decir que me he sacado la espina de las otras dos competiciones en las que no pude disfrutar, esta temporada.

Me queda el campeonato de Cantabria de triatlón en Comillas, más otros dos sprint en Santander. Espero llegar relativamente bien, porque he terminado un poco espeso de motivación, tras regresar de Logroño. Como decía al principio, se me está empezando a “pegar” la duración de la temporada. Aunque soy optimista, y en 4 días volveré a entrenar duro, volviendo a una buena forma para afrontar las 3 competiciones que me quedan en mi tierra.

Agradezco a mis compañeros de equipo los ánimos, a mi entrenador Josué (el culpable de hacerme pasar de la categoría “lechón que pega barrigazos” a la de “flete que ya da algo de guerra”), y a mis amigos/as (alguna con la intención de poder venir a animarme, detallazo, que es lo que cuenta, para mí).

Nos vemos entrenando o compitiendo en lo que resta de temporada. ¡Vamos!

Buenos deportistas, mejores personas.


PD. Fotos por cortesía de Nuria GD, Canofotosports.com y Organización del Triatlón de Logroño. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario