domingo, 22 de septiembre de 2013

EXTREMEMAN MENORCA 2013

Como veo que no aprendéis, ahí os suelto el rollo de mis peripecias deportivas en el Triatlón EXTREME MAN de Menorca 2013. Que no os pase nada, jaja.

Hacía meses, muchos ya, mi compañero de equipo Alfonso Calonge me comentó la posibilidad de hacer, esta temporada, alguna prueba de triatlón fuera de España. Los primeros tiros iban por Alpe d’Huez (menos mal que no cuajó, aún estaría recuperándome del palizón) o Paix d’Aix, en Francia, y alguna otra idea por Austria o Alemania.
 
Finalmente, por tema de fechas, nos decantamos por un triatlón de la franquicia EXTREME MAN, a celebrarse en Menorca. Nunca habíamos estado en esta isla, y aprovechando, iban a ser unas vacaciones para todos.

Ya en su día, cuando escribí la crónica de mi fiasco en el Medio IronMan de Buelna, tenía claro que había que seguir intentando hacer algo digno en esta distancia. En pruebas más cortas este año me he encontrado muy bien, supongo que por estar en un nivel de forma bueno, y, sobre todo, porque he estado preparando a conciencia competiciones más largas y duras.

En mi segunda temporada en esto del triatlón, me decidí por seguir algún plan de entrenamiento específico para medio IronMan; para Buelna opté por uno de 4 meses de duración, y tras una semana muy muy suave, desde que lo terminé, comencé otro de 3 meses, cuya culminación fuese la prueba de Menorca. Planes de entreno sacados de internet, gratuitos, por lo que eran para nivel más bien básico.

Entiendo poco de esto, pero, con los dos años que llevo entrenando-compitiendo, y cómo me voy conociendo, adapté los planes de entreno (más bien los ritmos que éstos me imponían) a mis propias capacidades, ya que pretendía ser algo más ambicioso que poder terminar la carrera con garantías. Ahora iba a rebajar marca, si era posible.

Los entrenos de natación fueron variados, aunque algo aburridos, por tener que hacerlos solo. De 2.500 a 4.000 m en piscina, por sesión, con palas, aletas y pullbuoy. Más alguna salida en aguas abiertas desde junio a septiembre, con más compañeros, menos mal.

La bici, por su parte, en lo que peor me defiendo, ha consistido en hacer tiradas más largas, desde 1,5 a 3-4 horas, la mayoría de las veces solo, igualmente, puesto que, entre semana, no es sencillo “engañar” a alguien para salir, está claro. No creo que resulte muy excitante salir a rodar 90 km un martes a las 17:30, por poner un caso. Me ha salvado el ser cabezota, salir cuando me tocaba salir, y, sobre todo, las rutas en fin de semana, esta vez sí, acompañado, que es como mejor se progresa, con el cuchillo entre los dientes.

Finalmente, la carrera, con una media de 40-45 km semanales, haciendo rodajes largos de entre 1 hora y 1,5 horas, intercalando cambios de ritmo y algunas series de 1.000 y 2.000 m.

Así durante 3 meses, descansando los domingos (siempre y cuando no hubiera competición ese día).

Pues nada, decidido el viaje a Menorca, tuve que ver la mejor forma de llevar la bici, y, a pesar de existir empresas específicas de este tipo de transporte, opté por SEUR, que por 50 € te la llevan, en 48 horas, a cualquier punto de España. Únicamente hay que desmontar los pedales y girar el manillar 90º para que encaje la bici dentro de la caja de cartón que ellos mismos te facilitan. Os lo recomiendo, y, de paso, comento que aprovechéis a meter todo lo que podáis en la caja, junto con la bici (la idea de SEUR está pensada para los que hacen el Camino de Santiago en bici, por lo que, como podéis imaginar, el tema del peso tampoco es un gran problema), poncheras, herramienta, casco, botines…

Llegamos el miércoles 18 a Menorca (la bici llegaba, en teoría, el jueves 19). Un lujazo de apartamento, en Cala Blanca, muy tranquilo. Mi vida fue muy monótona los días previos a la carrera (domingo 22), desayuno con cereales y galletas (que llevé desde casa, en mi maleta, a pesar de los vaciles del resto del grupo, jeje, pero no era cuestión de variar los hábitos, ¿no?), leche desnatada y un Actimel. Playa, sol, buceo, postureo, comida y cena a base de ensalada de pasta, arroz, alguna salchicha, pizza, gominolas… en fin, un agobio. Nótese el sarcasmo intencionado.

El jueves 19 salí a correr media hora suave por la urbanización de Cala Blanca, y el viernes 20 una hora de bici (con mojadura incluida, pero feliz como una lombriz), a una media de 32 km/h por las buenas carreteras de la isla, probando bien ruedas, cambios, etc. Me hizo coger confianza (más, si cabe) de cara a la carrera. Por la tarde, 1.000 metros de natación en la Cala Macarella, improvisando un circuito con las boyas preparadas para los yates, y haciendo tramos más vivos. Sabía que el trabajo estaba hecho, pero, faltaba rematarlo.



Llegó el sábado 21, nos desplazamos a Fornells (precioso pueblo pesquero del norte de la isla), a formalizar la inscripción y dejar la bici y demás en boxes. No había un ambiente espectacular, pero, más que nada, por ser muy madrugador, y llevarlo todo preparado, por lo que no pasé mucho tiempo allí.

Opté por no cargar con la bomba de inflar las ruedas en el viaje, mi maleta había dicho “basta” hacía tiempo, así que, como siempre hay alguien que la lleva, la pedí prestada el mismo sábado, hinché un pelo por encima de los 8 bares, y a confiar en la suerte… Excepto el material de natación, mono, y bebida, dejé todo lo demás a pernoctar en los boxes: bici, botines, casco, gafas, playeras, visera, calcetines, geles y barritas.
 
Vuelta a casa, cena a base de pizza y a la cama rápido. La salida el domingo era a las 7:30 de la mañana, desde las 6 estaban abiertos los boxes, teníamos media hora larga desde Cala Blanca en coche… Todo eso hizo que nos tuviéramos que levantar a las 4:30 del domingo.

Desayuné mis cereales y mis galletas, como todos los días. El sábado por la tarde-noche me tomé 500 ml de bebida isotónica, y lo mismo el domingo, prácticamente hasta la hora de la salida. Leí a un triatleta (más bien tirando a muy bueno) la alimentación e hidratación que llevó a una prueba similar, así que probé a hacer, más o menos, lo mismo.
 
Aparte del litro de isotónico ya comentado, comí una barrita energética media hora antes de la salida. Además, llevé otras 2 barritas y 3 geles pegados al cuadro de la bici, y un gel más que había dejado con el material de correr. El bidón aero del manillar lo llevaba con unos 750 ml de bebida de carbohidratos de rápida asimilación, que había tenido en la nevera toda la noche.


Las barritas y geles fueron de la marca ZIPVIT, que me van geniales. Uno de los patrocinadores de la prueba es ISOSTAR, y los voluntarios daban, cada 25 km de bici y cada 3 de carrera a pie, aproximadamente, agua, isotónica y geles de esta marca, por lo que no tenía miedo a quedarme sin comida o bebida, en caso de necesidad al final.

Nos desplazamos en el coche a la salida, con música a tope para animarme, cosa que tampoco es que me haga mucha falta, pero bueno. Llegamos un poco antes de las 6 a Fornells, de noche cerrada, claro está, y ahora sí, ambientazo de los gordos.

Es mi tercer medio IronMan, una distancia que me gusta mucho. El año pasado fue de prueba, en Buelna, y sufrí horrores, por falta de entrenamiento, claramente. Y este año, de nuevo en Buelna, a pesar de que sí que estaba mucho mejor entrenado, no me salieron nada bien las cosas, así que estaba un poco mosqueado. Y, decidí, al terminar Buelna, ser un poco más ambicioso, e ir a por otro reto particular, bajar de las 5 horas.

A primera vista, descabellado, porque las otras dos ocasiones había tardado más de 5:45, o sea, no te pide nada el cuerpo, chaval. Pero tenía estudiado el tema de la siguiente forma: natación sin neopreno yendo fuerte y la bici se coge nada más salir del agua, unos 35 minutos, circuito de bici rápido, según decía la gente, y de 86 km, en vez de 90 km, por lo que, si todo iba más o menos bien, a una media estimada de 32 km/h, otras 2 horas y 42 minutos, total 3 horas 17 minutos. Me restaban 1 hora 43 minutos para hacer la media maratón del final, algo menos de 5 min/km de ritmo, es decir, tal vez me tocase sufrir, pero era muy posible. 

La media maratón era plana, a excepción de dos subidas a la Torre de Fornells (300 m al 10% con las piernas en llamas) y tres a Platges de Fornells (unos 500 m en rampa algo más suave que la anterior). Eso sí, iba a hacer un calor para regalar, puesto que iba a empezar a correr a eso de las 11 de la mañana, más o menos, con unos 28 ºC. Para brincar de alegría, vamos.

Rápidamente compruebo que todo está tal cual lo había dejado la tarde anterior, las ruedas de la bici bien de presión, dejo el bidón en el manillar y… para la salida. El agua está bastante templada en el Mediterráneo, por lo que el nado con neopreno no está permitido, pero en esta ocasión, debido a que, al parecer, había medusas, sí que se pudo utilizar. Una ayuda extra para recortar un par de minutos el tiempo que pensaba, e ir más descansado de piernas.



Me coloco bien el traje, y entro a dar unas brazadas y calentar un poco. Es una maravilla, el puerto con el agua calmada, se hace pie hasta unos 100 m de la orilla, agua cristalina, y público a rabiar para animarnos. Música antes de dar la salida, un mini-helicóptero con cámara grabándonos desde el aire, todos bromeando y saltando dentro del agua… Una sensación indescriptible. Soy una persona muy tranquila en estos lances, no me agobio ni me quedo trabado, como le ocurre a otros, sino que disfruto mucho, pero, sin duda, estar entre los 700 triatletas que participan contigo, en un ambiente y con un paisaje semejantes, me pusieron los pelos de punta. Para que os hagáis una ligera idea: http://www.youtube.com/watch?v=aYRZ6ImD79U

Unos kayaks delimitaban la imaginaria línea de salida. Se acabaron las disculpas. Me coloco en primera fila, más o menos sobre el centro y pensando que los golpes van a ser de órdago, pero me da igual. Sirena náutica y empiezo a bracear a buen ritmo. Sorprendentemente, voy bien, sin tener mucha gente alrededor que me pudiera molestar, así que me centro en coger unos buenos pies de referencia, y a disfrutar del circuito triangular de 1.900 m. Llegando a la primera boya, un pequeño susto, consistente en un bofetón de un nadador que, por lo visto, tiene la costumbre de abrir los brazos demasiado al avanzar, pero, afortunadamente, me da en la mejilla y no me mueve las gafas.
 
Fantástico nadar aquí, ver salir el sol detrás de las colinas que rodean este puerto, estar entre aguas cristalinas… Impagable.


Así que los casi 33 minutos que tardo en alcanzar el arco del muelle se me pasan volando, es la verdad. He de reconocer que me he vuelto un poco comodón en el sector de natación, me dejo llevar por el ritmo de los que llevo inmediatamente delante, y no me arriesgo a avanzar más, pero me he dado cuenta de que ahora, aparte de que tardo menos en este sector, cojo la bici algo más descansado, así que, no me puedo quejar del todo. Salgo del agua en la posición 68, y veo que todo está según lo planeado.

Transición tranquila, salgo con la bici, y una banda de música local amenizando el comienzo de este sector, muy chulo. Un salto, y a pedalear. Qué bien me encuentro, por fin. Aunque me queda mucho, pero mucho, de competición, presiento que va a ser mi día. A la tercera, va la vencida.

Saliendo del puerto de Fornells, tenemos un tramo de enlace hasta el circuito propiamente dicho, con casi 4 kilómetros. Ruedo bien, me acoplo desde el principio, con cadencia alta, y así hasta el pueblo de Es Mercadal, la carretera es amplia y picando un poco hacia arriba. En este pueblo es donde se encuentra el avituallamiento de la organización, perfecto, pues cada 25 kilómetros tienes lo que necesitas. Yo nada más que cojo un bidón de agua y lo pongo detrás del sillín, con la idea de volver a coger otro, en todo caso, y tirar con el bidón de carbohidratos del manillar. Se puede decir que, conmigo, los del EXTREME MAN han ganado dinero, jeje.

Las tomas de comida que tenía previstas, aparte de la barrita media hora de entrar a nadar, eran, para la bici: gel en el km 5, barrita en el km 20, gel en el km 40, barrita en el km 60 y un último gel en el km 75. El bidón de agua lo quería para cada una de estas tomas, y lo cierto es que me salió todo bordado. Cada poco bebía del bidón del manillar, y pasé olímpicamente (nunca mejor dicho) de mirar el reloj, tan sólo iba controlando los kilómetros, para seguir comiendo cuando tenía pensado, y así se me hizo más llevadero.



Como era de suponer, me empiezan a adelantar cabras, como si estuviera por los montes de Liébana, y algún que otro triatleta con bici normal, como yo, pero no me cebo con nadie, y sigo con mi guión. A seguir con las buenas sensaciones. Nada más salir del pueblo de Es Mercadal, una cuesta de un kilómetro al 9% me da una colleja, meto todo el desarrollo y subo al tran-tran, corono, acoplado a tope, y así hasta pasados otros 5 km, que estaba la otra subida dura, un poco más larga que esta anterior, pero también algo menos dura. El resto del circuito, llano, tirando a cuesta abajo, y alguna zona con toboganes y cuestas muy cortas, que te rompían algo el ritmo, pero tampoco eran paredes. Lo malo era que la tramuntana pegaba de cara en este tramo, y penalizaba algo, pero con apretar los dientes, solucionado.



Llego al final de la primera vuelta (kilómetro 30, aproximadamente), lanzado, al ver a todo el público animando, y giro a comenzar los siguientes 25 kilómetros. Una emoción me sacude, cuando reconozco a mis compañeros y sufridores de viaje en la cuneta animando. ¡A seguir dándole! Echo un ojo al pulsómetro, y compruebo, con grata sorpresa, que he dado la primera vuelta a poco más de 32 km/h, sin ir a tope, descansado. No sé si debería darme vergüenza esto, pero, era lo que tenía pensado, comenzar con cabeza, reconocer bien los tramos del circuito y apretar más adelante, según cómo me encontrase de fuerzas.

Lamentable que aún haya tanta gente que haga drafting en estas pruebas. No sé a quién pretenden engañar por ir chupando rueda, la verdad. Pero, a veces, veía grupitos que parecían estar haciendo una ruta cicloturista, así que, cada vez que adelantaba o me adelantaba alguien, rápidamente me apartaba, y seguía a lo mío.



Segunda vuelta un poco más fuerte, y con las mismas buenas sensaciones. Comiendo y bebiendo con regularidad, acoplado al máximo, y la espalda empezando a dar la lata, aunque no demasiado. Aprovecho a subir los repechos de pie y estirando un poco, porque me queda casi otra hora de pedales. Otra pasada por el giro, mis amigos animando como si fuera el primero, y como empieza la última vuelta, y me encuentro muy bien, pego un arreón y empiezo a adelantar a bastantes ciclistas. Llegó la hora de sufrir en la bici de verdad, pensé. Tenía miedo a desfondarme antes de tiempo, y llegar a la carrera a pie muerto.

Así que, a toda pastilla, relajando un poco en las dos subidas duras, en que me volvían a coger algunos a los que previamente había adelantado en el llano yo, y así hasta el final. Una mini contrarreloj contra otros 8 o 10 chicos, con tomas y dacas continuos. Finalmente, giro al tramo de enlace a Fornells, noto que voy fantástico de piernas y la espalda, curiosamente, deja de molestarme, así que contento. Un rápido vistazo al reloj, y veo que el sector de bici en casi de 2 horas 31 minutos, a poco más de 34 km/h de media. Demasiado bien, para lo que tenía previsto, pero no quise saber más del tiempo que llevaba, para no agobiarme. Me bajo a correr en el puesto 141. “Solamente” me ha adelantado media isla de Menorca en la bici…



Me pongo rápido la visera, calcetines y playeras, agarro el último gel que tenía, y al tema. Curiosamente, nada más empezar el circuito a pie, me adelanta Raúl Amatriain, el ganador final, y, como yo estaba empezando, e iba bien de piernas… me dejé llevar un poco, pero era algo muy suicida, así que lo olvidé rápidamente. El primer kilómetro lo hice a poco más de 4 min/km, y luego, a velocidad crucero de entre 4:20 y 4:45 min/km, lo que tenía previsto.

Para esto fue para lo único que miré el pulsómetro, para ver si iba bien con el ritmo, o estaba haciendo el vago, que bastante lo había hecho ya en la bicicleta, jaja. La primera subida a Platges de Fornells la hago corriendo suave, vuelta al tramo llano, todo el paseo del puerto, y hasta la Torre de Fornells con su rampón, que también hago corriendo. A pasitos cortos, no daba para más, pero por amor propio, así lo hice, sin caminar. La banda de música nos ameniza en estas subidas.



Paré en cada puesto, dos vasos de agua, uno para beber, otro para tirarlo sobre la cabeza. En otra ocasión he comido un gajo de naranja, y un vaso de isotónica. Y mi gel, al que parecía haber cogido gran cariño, apretado en la mano derecha, más caliente que la culata del “Enterprise”… Bajo algo el ritmo, empiezo a notar algo el cansancio, pero me alegro de no tener problemas musculares, como me había ocurrido otras veces, con calambres.

Aún así, sé que no debo ir nada mal, tenía suficiente colchón del tramo de bici, para poder correr relativamente “tranquilo”. Adelanto a mucha gente, pero claro, muchos deben ser con vuelta perdida, y, a su vez, alguno me arranca a mí las pegatinas, también. Mis sufridos animadores me gritan en la zona de meta a cada pasada, y sigo.

Es sorprendente ver aún llegar a gente en bicicleta, pobres. A casi 30 ºC que estamos, y lo que aún les queda por correr…

Me empiezan a salir ampollas en ambos pies. Nunca aprenderé a estirar bien los calcetines bajo los dedos… Afortunadamente, no me machacan, excepto en los giros, pero lo llevo de maravilla, la adrenalina hace su efecto. Última subida a la Torre de Fornells, kilómetro 15 de carrera, más o menos, y decido ir caminando, recuperar el pulso, y tomarme el último gel para esos 6 kilómetros finales y no dormirme. 

Tenía ganas de ir al baño desde que empecé a correr, prácticamente, menos mal que apreté (¡y tanto! jaja) y conseguí no parar.



Paso final por meta, la próxima vez será para terminar la prueba. Me grita mi amigo Calon que bajo de 5 horas fijo, no sé si realmente lo sabía o sólo estaba animando, pero acelero, hasta llegar a la subida de Platges. 

Vuelvo a caminar cuesta arriba, tranquilo, y la vuelta al paseo disfrutando. Giro hacia el arco de meta, sin saber el tiempo que llevo, y cuando veo en el marcador 4 horas 56 minutos, aprieto los puños y me da un subidón. Para eso había venido. 

Puesto 109 final, y contentísimo por haber logrado mi objetivo.


Una tarde de playa fantástica y una barbacoa en nuestro apartamento, pusieron punto y final al domingo.

Creo que no sólo es bueno marcarse estas metas, es necesario. Siempre y cuando sean realistas, claro está, pero te dan ese extra de coraje en los días que no te apetece entrenar, o cuando lo estás pasando mal el día de la carrera.

Conclusiones que saco. Podía haber apretado algo más en bici, sí. Y creo, que si hubiese estado justo de tiempo, hubiera ido más rápido corriendo, también. Y que si nadamos con neopreno, y que si el viento daba de cara en el tramo de ciclismo más rápido, y que si la abuela fuma. Pero mejor disfrutar de la experiencia.




Han sido unas vacaciones inolvidables, con una compañía inmejorable (millones de gracias a mis amigos Calon, Mery, Anuca y Estef). No les importó pegarse el madrugón del siglo el domingo, estar toda la mañana esperando a que yo pasase por delante de ellos, ni acompañar a recoger y volver a enviar la bici. Y aguantarme a mí, ¡que no es poco!

Gracias a Aitor, por la chapa y pintura del vehículo, jeje. A Juanra, Isi, Pedro Pardo, Pablo Sal, Alejus, Pedro "el héroe", Julito, Cruz, Kaminski, Chuchi y espero que no se me quede nadie, que ha compartido horas de entrenamiento y/o gimnasio.



Agradezco también a ITM SISTEMAS, INDACCESS SEGURIDAD EN ALTURA, LATCHWAYS, BODY FACTORY TORRELAVEGA y MATALEÑAS, TELNOR, AHAU SURFSCHOOL, YANIRO, BASIC FITNESS, FRUTAS NIETO y CORREDURÍA DE SEGUROS DÍAZ TRESGALLO su esfuerzo económico al patrocinar a mi equipo. También a EQUILIBRIUM MEDICINA ESTÉTICA, que me ha asesorado fenomenalmente en el tema nutricional.

Finalmente, gracias a mi equipo del TRIATLÓN COSTA QUEBRADA, ¡somos muy grandes!

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